Por
segunda vez en su historia, Alemania fue sede de un Mundial, y al igual
que en 1974, la selección germana tenía como objetivo llevarse la copa
de nuevo. Tras un recorrido brillante en donde Alemania había conseguido
vencer a Ecuador, Polonia y Costa Rica en la fase de grupos, a Suecia
en octavos, y a Argentina en un emocionantísimo encuentro que se
resolvió en la tanda de penaltis, los anfitriones partían como favoritos
en el encuentro que les enfrentaba a Italia en Dortmund. Pero el
favoritismo de Alemania se debía especialmente por las dudas que la
selección azzurra había dejado a lo largo del torneo. Tras superar la
fase de grupos con dos triunfos y un empate, Italia venció a Australia
en octavos con un gol de penalti en el último minuto, y a Ucrania (la
cual no tenía el nivel ni mucho menos para jugar una eliminatoria del
calibre de unos cuartos de Mundial) por 3-0
en los cuartos. Aunque Italia había conseguido llegar a las semifinales
la sensación de todo el mundo es que solo había llegado tan lejos por
los fáciles cruces que había tenido, en los cuales había llegado a pasar
apuros. 65.000 personas se acercaron al estadio del Borussia Dortmund
(de los
cuales, cerca de 60.000 eran alemanes) dispuestos a ver lo que parecía
que iba a ser un triunfo local, pero como pronto comprendieron, Italia
es una selección diseñada a aparecer en las grandes ocasiones.
Alemania, empujada por su afición, llevó la iniciativa de inicio, pero sin llegar a inquietar de verdad a Buffon, que lo vio todo desde lejos. Sin embargo pasado el primer cuarto de hora Italia pasó a dominar con una autoridad abrumadora el encuentro gracias al dúo formado por Pirlo y Totti que se adueño del balón, lo movió con criterio, impuso el ritmo que más les interesó e Italia disfrutó de buenas ocasiones para marcar. La más clara una de Perrotta después de un gran pase de Totti. Perdido el centro del campo y la posesión, Alemania quedó en evidencia y su respuesta fue correr detrás de los italianos y pegar cuando tuvieron ocasión. En la segunda parte Alemania demostró haber aprovechado el descanso para corregir los errores y nada mas reanudar
el árbitro el partido Alemania volvió a superar a Italia al igual que
hizo en los primeros minutos del primer tiempo con una fuerte presión
logrando que los italianos se acabaran encerrando atrás. Totti y Pirlo perdieron peso en partido mientras Gattuso lo iba ganando en una selección italiana que no le importaba jugar atrás. Los alemanes tuvieron el balón, pero no supieron qué hacer con él y solo lograron inquietar a Buffon en el minuto 60 en un buen disparo de Podolski
tras una buena jugada de Schneider. La prórroga era inevitable e Italia
tenía todas las papeletas para llevarse la victoria en los 30 minutos
extra. Alemania había realizado un gran esfuerzo físico para intentar
superar el muro italiano mientras que Italia había conseguido aguantar
el 0-0 solo con haberse colocado bien en el campo. Alemania había caído
en la trampa de Lippi
el cual, si durante la segunda parte se había mostrado acobardado,
decidió quemar todas las naves en la prórroga al ver la debilidad
germana y acabó jugando con Giladirno, Iaquinta, Totti y Del Piero arriba. Alemania intentó realizar algún que otro ataque aislado en donde Buffon tuvo que intervenir, pero claramente
a los alemanes no parecía importarles llegar a la tanda de penaltis. El
partido llegó al minuto 118 y el empate seguía en el marcador cuando
Italia logro un corner
a favor que vista la pinta que tenía el partido, podía ser su única
oportunidad de ganar. El balón fue despejado por la defensa alemana pero
sin embargo el rechace le cayó a Pirlo,
y este con una sangre fría tremenda se giró, vio grosso, se la dio, y
este coló la pelota con un tremendo zapatazo. Italia había logrado el
gol que le daba el billete a la final cuando todo parecía destinado a
una dramática tanda de penaltis. Pero el partido todavía tenía algo que
decir y es que con tantos jugadores atacantes en Italia, era difícil que
la selección azzurra no tuviera una buena ocasión de marcar a la contra
a una volcada Alemania y así fue. El hombre que poco después ganaría el
Baón de Oro, Fabio Cannavaro, recuperó un balón vital en el centro del campo iniciando un tremendo contraataque. Gilardino
recibió la pelota en la frontal del área pero rápidamente se vio
rodeado por tres defensores. Pero de repente apareció de la nada Del
Piero el cual recibió un esplendido pase de Gilardino y con un sutil disparo a la escuadra anotó el 2-0 y haciendo sufrir a Alemania en sus carnes un pequeño Maracanazo.