Pocos reconocen esta parte del fútbol como un arte. Está mal
visto en la órbita del fútbol que un equipo, en especial uno de los grandes,
recurra al contragolpe como estilo de juego definido o como una forma muy
recurrente de jugar. Lo hemos visto en algunas declaraciones de los endiosados
del fútbol, de aquellos que parecen haberlo inventado, tener la receta perfecta
de lo que se debe hacer con la pelota, de lo que está bien o mal menospreciando
cualquier tipo de juego que sea diferente al por ellos inventado. Me alegro no
formar parte del barco en el que menosprecian el juego del rival por ser
diferente al suyo, porque ante todo algo hay que tener claro en este deporte:
todo cambia, todo es cíclico, los estilos cambian, la manera de jugar cambia y
lo que ayer no te gustaba mañana te tendrá que gustar.

Algo debe de tener claro el Real Madrid y en especial Carlo
Ancelotti: nunca perder el contragolpe. No por filosofía sino por virtudes, ya
que es la mejor cualidad de su plantilla, sus pupilos son jugadores hechos para
ese fútbol y aunque fantásticamente se quiera enfundar otro estilo o modo de
jugar diferente, no pueden renunciar a su pilar básico, a sus contras
vertiginosas aunque sea como un complemento de su fútbol.
El contragolpe es un arte porque
en tres toques concretos, exactos, definidos, ensayados ves el balón en la portería
contraria y sobre todo es un arte porque es un espectáculo y no hay que
olvidarse que el fútbol es tan grande por dar espectáculo y por hacer vibrar a
toda una afición de una u otra manera.