11 de mayo de 2013. Estadio de Wembley. Londres. Después de eliminar a Watford, Stoke, Leeds United, Barnsley y Chelsea, el Manchester City de Roberto Mancini se plantaba en la final de la FA Cup. Tras vencer al Bournemouth, Macclesfield, Huddersfield, Everton y Millwall, el Wigan de Roberto Martínez se ganaba el privilegio de ocupar la otra plaza de finalista.

En el 91 el éxtasis de la afición de los latics. Watson ponía el 0-1 en el marcador. Resultado definitivo. El Wigan era campeón de la FA Cup por primera vez en su historia. La alegría no sería completa puesto que apenas el trofeo tocaba el cielo, el Wigan sabía de su destino en la Championship. Decía adiós a la primera división y Roberto Martínez se marchaba al Everton.
En el City, poco más que decir. Hasta la próxima Mancini, bienvenido Manuel. El chileno tomaba el mando de la nave citizen.

9 de marzo de 2014. Etihad Stadium. No parecía mala idea rememorar la final en la sexta ronda de la FA Cup. El Wigan se plantaba en casa del City y dejaba aparcada por un fin de semana la Championship (donde parece que peleará hasta el final por meterse en los play-offs). Los de Pellegrini, con el partido de Champions League en el horizonte frente al Barça (y el convencimiento del Ingeniero de remontarlo), con algunas reservas pero todavía con el sabor en los labios de haberse llevado la Capital One Cup.

Por desgracia para el Manchester, la historia se volvió a repetir. Por méritos del Wigan y por demérito de los jugadores del chileno, que hicieron una nefasta primera parte. Cuando quisieron reaccionar, los latics ya andaban 0-2 en el marcador y se veían (de nuevo) en Wembley.
Pellegrini, viendo que estaba tirando un título a la basura, hizo los cambios pertinentes. Y ahí es cuando uno se da cuenta que Silva es de otro planeta. Él enchufó al City. Él revolucionó el partido. Tuvo que limpiar otro penalti de Demichelis y otros tantos errores de sus compañeros para poner algo de salsa al encuentro. Y llegó el gol de Nasri y el City pareció creérselo. Pero ya no valía. Tres pitidos y sí. El Wigan volverá a Wembley.

El sábado, el Arsenal de Arsène Wenger quiso disfrazarse del Arsenal de Arsène Wenger y el traje le quedó fetén. Combinaron, corrieron, imprimieron ritmo, mordieron, ganaron y se gustaron. Tanto que hasta Özil se lanzaba besos para él mismo.
El empate de Lukaku tras el gol de Mesut dio alas a los de Roberto Martínez, que durante un buen tramo de la primera mitad no le perdieron la cara al partido. Pero el Arsenal de Arsène Wenger llevaba el disfraz del Arsenal de Arsène Wenger y las opciones de los toffees disminuían con el paso de los minutos.
Arteta puso el 2-1 de penalti, Sanogo salió del campo (aunque se duda que ingresara en él en algún momento del partido) y Giroud hizo el resto. Mujeriego e infiel, pero de puertas para adentro debe primar su trabajo en el campo. Doblete.

Los otros dos partidos de la 6ª Ronda iban a meter a Sheffield United y Hull City en el viaje de semifinales a Wembley. Flynn y Brayford ponían el 2-0 en el marcador en Bramall Lane y metían a los Blades en una semifinal que no jugaban desde la 2002/03 (con el Arsenal, precisamente). Quizá era lo mejor para el Charlton Athletic, sumido en la última posición de la Championship y con todas las papeletas para descender a la League One.

El Hull hizo los deberes. Y a priori, tenía motivos para preocuparse. Les visitaba el Sunderland, batallando este año en las Copas como nadie. Y el Hull tenía presente el bagaje de los black cats en la Capital One. No ocurrió nada. 3-0 en el marcador y plaza en la final para los tigers. Marcaron Davies, Fryatt y Meyler, que en su celebración soltó un cabezazo al banderín de córner emulando a su agresor, Pardew.

Espera Wembley el 12 y el 13 de abril. El objetivo será la final. El Arsenal se medirá al actual campeón, Wigan. El Hull se enfrentará al Sheffield United. La FA Cup espera dueño.

Álvaro Ramírez
@YoSeDeLaPremier