
Arséne
Wenger acaba de lograr el pasado sábado la FA Cup inglesa, volvió a celebrar un
título después de 9 años y según ha informado el diario británico Daily
Telegraph, el entrenador francés ha llegado a un acuerdo con el Arsenal para
prolongar su contrato por tres temporadas más, es decir, hasta el 30 de junio
de 2017. Con esta renovación, el director técnico del equipo londinense pasará
a percibir unos ingresos anuales superiores a los 9 millones de euros y se
comenta que el club pondrá a su disposición cerca de 120 millones de
euros para ser destinados a nuevas incorporaciones.
Que remotas se ven
aquellas temporadas en las que los del norte de Londres mandaban en el futbol
ingles, que lejano se ve ese último título conquistado en aquella FA Cup del
2005, que pronto se ha relegado al hombre que le entrego once trofeos a un club
al que todo el mundo le llamaba el Boring-Boring Arsenal, que rápido se
envió a la cesta del olvido al hombre que llegó a ganar una Premier sin perder
ni un solo partido y prácticamente revoluciono por completo el torneo ingles. Después de todo esto, ¿debería el Arsenal
renovarle? La respuesta es NO.
Wenger es un
técnico que merece gran respeto, por sus títulos, por la transformación de
aquel equipo que navegaba en la mediocridad cuando fue contratado en Septiembre
de 1996, por el esfuerzo en una rigurosa gestión económica-deportiva que
permitió la construcción del Emirates y sobretodo, por el futbol lirico que aun
pregona el alsaciano. Pero ha sido el propio
Arséne quien se ha encargado de devorarse a sí mismo al resistirse a
evolucionar tácticamente, al oponerse a pagar por el talento que tanto necesita
su onceno, al enredarse en su propia filosofía con un fútbol de toque, con
jugadores jóvenes que cuando “crecen” dejan muchos millones y muy pocos
títulos. Hay momentos para pasar la
página y cerrar ciclos.
Esta
era la oportunidad para que Wenger se fuera del Arsenal como un grande, dejando
atrás el mote de perdedor que muchos amnésicos le endilgan pero él insiste que
el wengerismo aun puede ganar y quiere demostrar que su formula aun no está
agotada. Durante su estadía, el Arsenal
ha finalizado 18 veces en el top-4 de la Premier League y sin él, tan solo lo
consiguió en 23 de las 92 temporadas previas, números brutales para un técnico;
cuando haces que algo extraordinario se repita constantemente, este deja de
serlo y se convierte en casi una obligación. Para la afición entrar en Champions ya no es suficiente,
quieren el premio mayor.
La
coreana y los de Cupertino saben que el constante rediseñó de sus celulares es
lo único que les mantendrá en la cresta de la ola. Ojala el técnico francés se dé cuenta que los
tiempos han cambiado, que las estrategias futbolísticas han evolucionado, que
el talento cuesta y que lo único que lo mantendrá en la elite, es el cambio de
chip y una reinvención de sí mismo.
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