Acaba la travesía de la Liga 2013-2014 de nuestro Granada. Acaba el viaje y ya únicamente nos queda una etapa que quemar, una parada que transitar…”El viaje llega a su fin” o “Todo lo que tiene un principio tiene un final”  una frase muy típica de las películas y series. En el caso del Granada C.F. nuestro viaje esta temporada no ha sido diferente a las dos anteriores en Primera, marcado siempre por un factor: sufrimiento. Hasta el final. Made in Granada C.F. Gen de sufridores.

Los nazaríes han realizado una etapa digamos irregular, floja, con momentos de relajación inadecuados (como en esta última recta final de liga) que están provocando problemas muy serios y graves a la infraestructura del club y al seno de la afición. Porque nuestro Granada C.F. ahora mismo se siente un Náufrago a la deriva, un personajillo dejado de la mano de dios en una isla remota de la Liga BBVA, que intenta sobrevivir como puede en ella antes de ser engullido por depredadores nativos o simplemente por su vano intento de escapar de la isla a través de aguas revueltas. Y cómo están de revueltas esas aguas…

Antes de comenzar la temporada todo era vino y rosas en la Alhambra, los fichajes ilusionaban, los aficionados estaban confiados en tener una temporada tranquila y todo era unión. Pero como si el destino fuera caprichoso con nuestro club, la temporada avanzaba y el Granada de Lucas alternaba grandes actuaciones con lamentables espectáculos. Y el rún-rún de la grada cada vez iba cogiendo más fuerza.  El viajero confiado del vuelo Granada-Salvación empezaba a tener problemas y su aeroplano sufrió definitivamente averías (véase derrotas sonrojantes como frente a Almería primera vuelta). Aterrizaje forzoso al poco de empezar la segunda vuelta en una isla de soledad, una isla psicológica para entrenador y jugadores y donde la afición también tenía cabida porque el sentimiento era el mismo: impotencia. El náufrago nazarí empezó a tramar su salvación, su “vía de escape de la isla”. Por más que lo intentaba cada vez que parecía conseguir su objetivo, un imprevisto en forma de derrota dolorosa le hacía retroceder de nuevo hacia la fatídica isla. La molestia se empezó a tornar en apatía, la apatía en desesperación. Y qué mejor manera de intentar no perder la cabeza que recurrir al balón. Nuestro “Wilson” particular como en el famoso film de Tom Hanks.

Lucas y los propios jugadores al verse poco a poco sobrepasados, se encomendaron a Wilson para aguantar la tormenta de la soledad que ellos mismos habían creado (pues la afición confiaba y de qué manera con apoyos constantes). Y desde la victoria ante el Barcelona, el náufrago parecía que iba a escapar de la isla y a salvarse….pero una racha de “Tsunamis terroríficos” en forma de derrotas ante Sevilla, Málaga, Levante, Rayo, Almería…empezó a ahogar al náufrago granadino, al equipo, al entrenador….y a la afición. Pero el Granada ya no habla con Wilson, ya no trata al balón como se merece, y por ello la supervivencia (véase salvación) se ve realmente amenazada.  Nos queda una bala como dicen por ahí: retomar la relación con Wilson, templar los ánimos y jugarnos el todo por el todo en un último intento de escapar de la isla…El ballenero del Valladolid tiene la llave…
Pero el náufrago tiene la fe al límite. ¿Aguantará la tormenta?