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Diferentes balones de fútbol (Foto Marca) |
La pasión
por el fútbol es algo que se lleva muy adentro. Personalmente, me vino desde
muy pequeño, y se la debo, en casi toda su totalidad, a mi padre. Él ya jugaba
al fútbol en un equipo con sus amigos antes de que yo naciera y juntos crearon
un club para que sus hijos, entre los que yo me incluyo, pudieran jugar y
divertirse.
Creo que a
todo el mundo que de verdad le gusta este deporte lo ha vivido muy intensamente
desde muy pequeño, seguramente desde el primer balón o desde la primera colección de cromos, que, por otra parte, hacen más los padres que los propios
hijos. Si soy sincero, no recuerdo a qué edad me regalaron mi primer balón, el
primero de muchos que he tenido, pero estoy seguro de que mi participación en la
primera colección de cromos que tuve, no paso más allá de intentar comprender
qué hacía mi padre (Soy de 1988 y la colección más antigua que guardo es de la
temporada 89/90).
Aunque en
muchas ocasiones se juzgue al fútbol negativamente, creo que es una herramienta
muy importante para que los niños crezcan sanos y aprendan infinidad de valores
que les ayudarán cuando crezcan. Sin ir más lejos, muchas pandillas de amigos
se crean por esos niños/as que comienzan a dar sus primeras patadas a un balón
en un equipo de barrio. El compañerismo y la amistad que se puede llegar a
crear alrededor de un humilde club es un lazo que pocas veces se corta.
Todo esto,
sin llegar a hablar de las ilusiones que se crean por llegar a ser futbolista
profesional, meter goles en los mejores estadios del mundo, y ganar los mayores
trofeos. Algo que ves que hacen tus ídolos y que cada vez que juegas en tu
equipo sueñas por conseguirlo. Además de la alegría y la emoción que sientes
cuando tu equipo o tu selección gana un título y lo celebras cantando como
nunca.
Aprendes a
que no todo es bonito en la vida, y que hay veces que se gana pero también hay
otras tantas que se pierde. Y que cuando te toca vivir una de éstas últimas,
comprendes que lo mejor que puedes hacer es no hundirse, levantar la cabeza, y
esforzarte más la próxima vez.
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Un niño separa a un árbitro y a un entrenador que estaban discutiendo (Foto RTVE) |
El fútbol
también es muy bueno para los idiomas. Las primeras palabras que se aprenden en
otro idioma diferente son siempre los nombres y apellidos de jugadores
extranjeros que juegan en tu equipo favorito, intentando por ser el primero que
lo pronuncia correctamente para ser la envidia de tus amigos.
Cuando te
haces más mayor el fútbol no deja ser importante, siempre se convierte en una
perfecta excusa para quedar con tus amigos, ya sea para revivir esas pachangas
de niños o para tomar algo y olvidarte de todo lo demás.