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Antiguo estadio Manuel Rivera, en Ferrol
(Foto: racingclubferrol.net)
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Nunca
se me olvidará una noche de Champions, última jornada de la fase de grupos, el
Deportivo de la Coruña jugándosela contra la Juventus y el Real Madrid jugando
contra un “cualquiera” con su clasificación cerrada: mi padre, gallego de pro, viendo al Real Madrid y yo,
atlético a muerte, muriéndome con el Deportivo de La
Coruña.
Si
hablamos de asistencia a campos de fútbol, sólo recuerdo haber ido con él a ver
en Madrid. Atleti en el Calderón (me costó la misma vida convencerle para ir)
y, cierto es, varias veces a ver al Racing de Ferrol, tanto al antiguo campo Manuel Rivera (conocido, popularmente, como del Inferniño), donde hoy se asientan un centro comercial y un enorme parque
infantil, como al actual de A Malata, situado cerca del puerto ferrolano.
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Celebración del ascenso a segunda división del Racing de Ferrol en la temporada 1999/2000, ya en el nuevo campo de A Malata (Foto: racingclubferrol.net) |
A mí,
al Calderón, me llevó mi tío, también atlético a muerte. Recuerdo que el primer partido que vi en directo en el Calderón fue un amistoso contra el Toledo. Debía ser el año 1975 o 1976, ganó
el Atlético por 5 a 0 y jugaban unos
tales Luiz Pererira, Ayala, Rubén Cano… Allí empezó a inocularse en mí ese
veneno atlético que todavía hoy perdura y que, incluso, puede que vaya a más.
El pasado martes, viendo en casa la tanda de penalties contra el Leverkusen, no
podía ni mirar la tele, me sentaba, me levantaba, resoplaba… Me preguntó mi mujer:
“¿No me digas que estás nervioso? Si todavía son octavos…”. Nervioso, no; lo
siguiente.
Y ese
veneno atlético y esa pasión por ir al fútbol cada domingo es lo que me
gustaría que mi hijo heredase. Y que, cuando se un poco más mayor, pudiésemos
ir los dos cada domingo al Calderón. O a La Peineta.
Vivir
con mi hijo esas experiencias que no pude vivir con mi padre. Dicen que no se
puede echar de menos lo que nunca se ha tenido. Será uno muy raro pero hubiera
sido maravilloso vivirlo.
Y no
quiero que mi hijo, un día, eche eso de menos.