Kezman con el Atl. Madrid. (Foto: www.marca.com)

Esta semana me detengo para escribir unas líneas sobre una de las decepciones que más recuerdo en el mundo del fútbol y, en especial, en el Atlético de Madrid. Estoy hablando de ese jugador que llegó procedente del PSV holandés y del Chelsea inglés. Un delantero que venía con unos números dignos de los grandes artilleros del panorama europeo, máximo goleador en tres ocasiones de la liga holandesa, una de ellas le sirvió para ser Bota de Plata (2003), internacional con Serbia y, a pesar, de su temporada algo floja en el Chelsea, con muy buenas expectativas para rendir junto a Fernando Torres en la punta rojiblanca. Sí, me estoy refiriendo a Mateja Kezman.

 
El serbio, inspiraba ilusión en la parroquia rojiblanca para suplir a otros grandes delanteros de los años anteriores en el atlético; Javi Moreno, Salva, Hasselbaink… Tras los años en el infierno, el equipo madrileño buscaba volver a los puestos punteros en la liga española y en el continente europeo, algo que para los dirigentes del Manzanares pasaba por apostar por este delantero de números excelentes durante los años pretéritos a esa campaña, la 2005/2006.
 
Kezman debutaba un veintiocho de Agosto de 2005, en el partido que abría la temporada para el Atlético de Madrid frente al Zaragoza, un encuentro que acabaría con empate a cero, y que el delantero balcánico tuvo varias ocasiones claras que no completó satisfactoriamente. ¿Pudo ser ese partido un preludio de lo que sería la temporada del atacante?
 
Eran épocas difíciles para el club colchonero, y su afición, desencantada por la ausencia del equipo en Europa durante varios años, no solía ser muy paciente con los jugadores que no cumplían las expectativas deseadas. Pero, con Kezman, recuerdo que no era así, fueron muy malos los partidos que hacía a orillas del Manzanares y muchas las oportunidades que la afición le brindaba, aun así no conseguía cumplir los números que se esperaban de él.
 
Al final, solo 11 goles en esa temporada (8 tantos en liga y 3, en copa), son números claramente insuficientes para lo que buscaban en el club, ese delantero que acompañará con goles al “Niño”. Acabó la temporada con claros síntomas de inseguridad y falta de confianza en su juego. Recuerdo que desde mi asiento del Calderón veía, en un encuentro, que no era capaz ni siquiera de dar un pase bien de dos metros, algo realmente alucinante para un jugador que había visto marcar goles de todos las formas posibles.
 
Todo ello llevó a que al terminar esa temporada fuese traspasado al Fenerbache turco y así se diera por zanjada la etapa en el Atlético de Madrid. Eso hizo que no pudiera reivindicarse la temporada siguiente y para siempre me dejó ese sabor amargo del que pudo ser un gran killer en la liga española y que se marchó siendo una decepción para muchos de los que confiábamos en él. Ahora me pregunto: ¿A vosotros os ocurrió lo mismo con el “nueve” serbio?