Amaya está siendo muy cuestionado esta temporada (Marca)

  No corren los mejores tiempos para Antonio Amaya. El central madrileño, criado en la casa franjirroja atraviesa un momento muy delicado en su ya larga carrera. 
  Lejos quedan ya esos días en los que Antonio se erigía el autentico jefe de la defensa rayista, con gran posicionamiento, velocidad y contundencia en el corte. Esas cualidades le llegaron a abrir las puertas de la Premier League en 2009, cuando el Wigan llamó a su puerta, y el central madrileño no podía decir que no. Acabó marchando en un traspaso conjunto, junto al senegalés Mohamed Diamé, dejando un buen pellizco de dinero en las maltrechas arcas vallecanas.

  Poco duró el periplo en tierras inglesas, ya que tan solo disputó 2 encuentros en todo el curso, y nunca llegó a entrar en los planes del entrenador español Roberto Martínez, que previamente había pedido su fichaje.
  La falta de minutos, hizo que el club inglés le facilitara su salida, volviendo al Rayo en calidad de cedido el año del ascenso de Liga Adelante a Liga BBVA. Ese año se volvió a ver un gran Antonio Amaya, que formando pareja con Alejandro Arribas consiguieron ser una de las defensas más seguras de toda la competición.

  El gran curso realizado, volvió a llamar la atención de nuevos equipos, y en este caso el Real Betis, que ascendió ese mismo año con el Rayo, puso sus ojos en Amaya, que seguía perteneciendo al Wigan. Finalmente el conjunto inglés traspasó al central al Betis por una cantidad cercana a 1250000 Euros.

El año del ascenso fue su mejor temporada (Marca)

  Con el Betis, comienzan los altibajos en el rendimiento de Amaya. Alterna grandes partidos con fases del campeonato en baja forma. Y, aunque en casi todo momento formó parte del once inicial durante los 3 años que vistió la elástica verdiblanca, muchas eran las dudas entre los aficionados, que en más de una ocasión le silbaban. Finalmente el Betis acabó descendiendo en la que era su tercera temporada, y Amaya no renovó su contrato cuando todo hacía indicar que lo haría. La no renovación se debió a que en ese momento, el equipo de su corazón, el Rayo volvió a llamar a su puerta, ofreciéndole un contrato por dos temporadas, y pudiendo seguir en la máxima categoría. 

  Amaya alternó encuentros el curso pasado con Abdoulaye Ba, repartiéndose casi a partes iguales los encuentros disputados. Esto no era una política de rotaciones de Paco Jémez, si no que realmente no encontraba estabilidad en ninguno de los dos como pareja de garantías de Zé Castro, ya que Amaya comenzaba a dar señales de que sus mejores días ya habían pasado como jugador rayista, y a Abdoulaye nunca se le vio del todo comprometido con el equipo.
  
  Y este año que acabamos de comenzar, está siendo un auténtico examen jornada tras jornada para Amaya. Desde la grada se le ve lento, sin confianza, con fallos garrafales en la marca y salida del balón, y casi siempre descolocado. Además a esto se le tiene que unir el desafortunado percance que tuvo con su coche, cuando se le «cazó» conduciendo a 234 Km/h en una carretera cuyo límite era de 100.
  Aunque este suceso es cierto que entra dentro de su vida personal y privada, es más cierto que le está pasando factura. Es centro de burlas tanto en campo propio como ajeno, y esto, sumado a que ya físicamente está en un verdadero declive, nos hace pensar que en el momento en el que Zé Castro esté recuperado, raro se antoja que veamos al madrileño de nuevo en el once inicial de Jémez. E incluso no se ve descabellada la idea de intentar acometer la incorporación de un nuevo defensa central en Enero, y más viendo que el cuarto en discordia, Chechu Dorado, ni siquiera entra con regularidad en las convocatorias.

  En resumen, se puede decir que los días en los que Amaya era un muro en Vallecas han pasado, y aunque se le tenga mucha estima por parte de los aficionados rayistas, ya que le vemos como uno de los nuestros, tiene que entender que su estado de forma nos hace pensar que el «kaiser» de Vallecas ya dio lo mejor de su fútbol.