
No sé si recordáis cuando no se gastaban esas cantidades ingentes de dinero por un futbolista,
o cuando los horarios del fútbol
giraban en torno a favorecerlo, a favorecernos a los que disfrutamos con él. O
cuando aquellos futbolistas se
quedaban en un club porque era el de su vida, sin escándalos por pedir más
dinero, sin marcharse por la puerta de atrás con un cheque en blanco de otro
club. Aún los hay.
No sé si recordáis cuando en la Selección todos sentían que defendían algo
que querían, sin incoherencias, sudaban esa camiseta por amor propio y no por
ego.
¿Recordáis
cuando todo era más sano? Cuando en las categorías inferiores los
árbitros eran respetados por su
trabajo y no insultados y apaleados por padres que les inculcan a los niños que
son el enemigo a batir.
¿O cuando todos los clubes contaban? Cuando se hacia lo
posible por conseguir una competición equilibrada
y reñida, donde todos participaran con la posibilidad de sentirse parte de esta
competición y no de sentir que “son de otra”.
¿Os acordáis cuando los
sobornos no existían? Cuando había total confianza
en la competición, en sus representantes, en los clubes y jugadores que la
forman, cuando no pensábamos en que estaba adulterada, cuando todo era limpio.
¿Os acordáis?
Posiblemente no. Porque yo no me acuerdo, porque no sé si ha
existido. Quizás si han existido tiempos
mejores donde los aficionados hemos podido sentirnos un poco más orgullosos
de nuestra pasión, o un poco menos
engañados o ninguneados. Quizás hubo un tiempo en el que no jugaban con nuestro
esfuerzo, con nuestro dinero y con nuestros sentimientos. Quizás lo hubo. Pero
la verdad es que los tiempos ya no son los mejores, y no sé desde cuándo
pero mucho menos se hasta cuándo. Hasta cuándo
van a tirar de una cuerda que no se rompe porque el sentimiento es más grande que este bochornoso espectáculo. Hasta
cuando nos va a parecer normal todo lo que pasa en un mundo que es fantástico
desde fuera pero que cuando empiezas a meter, aunque sea un poco, la cabeza en
él se convierte en basura.
La verdad no os puedo garantizar hasta cuando, quizás hasta que nosotros mismos queramos. Lo que si
os garantizo es que lo único que embellece y hace tan grande este deporte sois vosotros. Todos los que lo seguís, los
que lo veis, los que pagáis por hacerlo, los que saltáis y gritáis, los que lloráis
y sentís y sobre todo los que lo lleváis mucho más lejos del deporte, lo lleváis a ser una forma de vida, una
pasión inquebrantable y una fuerza indomable. Solo sé y sabéis que quien le da
sentido y vida a esta locura sois vosotros. Y sobre todo solo sé, y sabéis, que
sois los únicos dueños de un mundo
que cada vez brilla menos, y no por vuestra culpa.