Porque
luchan como hermanos,
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Simeone, la permanente imagen del éxito (Foto: skysports.com) |
defendiendo
sus colores,
con un juego
noble y sano,
derrochando
coraje y corazón
Parece
esta estrofa del himno del Atleti escrita a la medida del equipo de Simeone o,
incluso, podría haber sido escrita por el mismo argentino, en lo que bien
pudiera ser un resumen perfecto de su filosofía como entrenador.
Si bien
hay algunas voces que cuestionan esta realidad, argumentado el partido que
tiene pendiente el Barcelona en Gijón, para casi todos parece un hecho que el
Atlético de Madrid se ha proclamado campeón de invierno en esta temporada 2015/16.
Un ‘título’ honorífico pero importante. Honorífico porque, al final, no
aparecerá en los libros de historia. Importante, porque es una muesca más en la
sucesión de milagros que viene obrando Diego Pablo Simeone desde que llegase al
banquillo del Calderón hace ya cuatro años.
Salvo algún
partido aislado y algunos ratos de otros, no ha jugado este Atlético
especialmente bien. Le cuesta ‘un mundo’ conseguir un gol. Y la mayoría de los
fichajes del pasado verano han rendido (muy) por debajo de lo que se esperaba
de ellos.Sin
embargo, una vez más, Simeone ha conseguido construir un EQUIPO, así, con
mayúsculas. Por encima de individualidades, talentos y puntuales estados de forma. Un
EQUIPO que basa su desempeño, como primera premisa, en el esfuerzo y el
sacrificio (“El esfuerzo no se negocia”, Simeone dixit). Un EQUIPO que, en 19
partidos de Liga que se llevan disputados, apenas ha encajado 8 goles. Un
número de otra época. O de otro planeta.
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Oblak apenas ha encajado 8 goles en toda la primera vuelta (Foto: clubatleticodemadrid.com) |
El
verano pasado, una vez más (desgraciadamente), emigraron importantes referentes
del equipo: Arda, Mandzukic, Miranda, Raúl… Pero Simeone está logrando obrar
otro milagro. Un milagro del que el Calderón disfruta ‘partido a partido’, que
la prensa deportiva (española, aclaro) se empeña de ocultar y relegar a la
página 17 de los diarios y al que el aficionado medio español parece haberse
acostumbrado ya y no valorar en su justa medida. Convendría no olvidar en este
punto que, aunque el Atlético (de Simeone) lleve cuatro años compitiendo con Madrid
y Barcelona, en el Calderón no juegan Cristiano ni Messi, Bale ni Neymar, ni
siquiera Iniesta o James o Busquets o Modric… Y que cuando alguien despunta un
poco más de la cuenta, parece (casi) imposible que no haga las maletas
cualquier verano.
Más
allá del campeonato de invierno (insisto, honorífico aunque importante), la victoria
en Balaídos el pasado domingo, coincidiendo con el cierre de la primera vuelta,
provocó un hecho mucho más relevante: después de varios años, descenso a
Segunda División incluido, el Atlético recuperaba la tercera posición histórica
de la Liga, posición que jamás debió perder.
Y no es
sólo es el hecho, es también la manera de conseguirlo: en los cuatro años que
lleva Simeone al frente de la nave rojiblanca, el Atlético ha remontado 84
puntos al Athletic y 83 al Valencia para alzarse nuevamente con esa tercera
plaza. Ante esos números, sobran los comentarios.