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Diego Pablo Simeone y Germán Burgos, durante un entrenamiento del Atlético (Foto: elconfidencial.com) |
Escribo estas líneas pocas horas después de que el Atlético
haya vencido al Betis en el estadio Vicente Calderón. Servidor, ‘desterrado’
temporalmente en México, no ha tenido ocasión de ver el partido pero, tras ver
la alineación y leer algunos comentarios sobre el excelente partido del equipo,
quisiera reflexionar sobre las virtudes tácticas del técnico (o del equipo
técnico) rojiblanco.
Se presentaba el Atlético el sábado con las bajas de los
tres jugadores que cubren habitualmente las dos posiciones de central: Godín,
Giménez y Savic. Las alternativas eran Lucas Hernández (cuarto central de la plantilla en lo que se
refiere a minutos jugados), Nacho Monsalve, jugador del equipo filial y/o
retrasar a Saúl Ñíguez a esa posición, que ya desempeñase con gran solvencia en
la temporada de su cesión al Rayo Vallecano y en algún partido (sin tanta
fortuna) este temporada en el Atlético.
La prensa parecía decantarse en la previa por Saúl en el
centro de la defensa, un trivote en mediocampo y Torres, Vietto y Griezmann en
el frente de ataque. Y Simeone sorprende a (casi) todos, alineando a Lucas y
Nacho Monsalve en el centro de la defensa, cuatro hombres en mediocampo (Gabi,
Augusto, Koke y el postulado para central, Saúl) y ‘sólo’ dos puntas, Torres y
Griezmann. Si bien es cierto que jugaban en su posición natural, sitúa en el
centro de la defensa a los dos jugadores menos experimentados, ‘liberando’ así
a Saúl para situarlo en mediocampo, reforzando esta zona del terreno de juego.
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Saúl Ñiguez, postulado para central y, finalmente, mediocampista (Foto: elconfidencial.com) |
¿Qué consigue con esto? Que, ante una posible fragilidad
defensiva derivada de la juventud y falta de experiencia de la parte central de
la línea defensiva y pese a renunciar a cierta cuota de creatividad en ataque,
la solidez del mediocampo le permita que el equipo, como bloque, no se descomponga
defensivamente. Como viene siendo ‘marca de la casa’ desde que Simeone aterrizó
en el Calderón, construye al Atlético desde atrás, desde la seguridad defensiva
(y no sólo de la línea de cuatro de atrás, sino de todo el bloque); a partir de
ahí, construye: muchas veces, menos de lo que una parte de la grada esperaría
pero, como decía el gran Arsenio Iglesias: “un equipo de fútbol es como una
manta corta: no puedes taparte la cabeza y los pies a la vez”.
El resultado, hoy, una vez más, ahí está: cinco goles al
Betis y un partido notable, según las crónicas. Mucho se habla, y con mucha
razón, de las capacidades motivadoras y psicológicas de Simeone. Todas estas
frases del “partido a partido”, “si se cree y se trabaja, se puede”…, tienen
una importancia capital en el equipo que es hoy el Atlético. Pero no despreciemos,
ni por un solo segundo, las capacidades tácticas del argentino (o de su equipo,
que sospecho Germán Burgos tenga bastante que ver aquí).
Simeone se equivoca. Como todos. Indiscutible. Pero no es
menos indiscutible que, en la mayoría de las ocasiones, suele llevar razón.