![]() |
Fernando Torres, a punto de marcar a Neuer el pasado 27 de Abril en semifinal de Champions (Foto: the sun.co.uk) |
Decía Fernando Torres hace algunos días que “ganar un título
con el Atlético era lo único que le quedaba por vivir en el Calderón”. Y son
palabras que, cualquiera que haya seguido un poco su trayectoria, puede
concluir que, lejos de una frase hecha, responden a sus verdaderos sentimientos
como atlético.
Innumerables artículos se han escrito (y se siguen
escribiendo), con absoluta justicia, acerca de su amor por estos colores, de su
rol como ‘banderín de enganche’ del club con su afición cuando peor iban las
cosas, de sus permanentes muestras de sentimiento rojiblanco, incluso militando
en otros equipos y, sobre todo, en las celebraciones de Mundiales y Eurocopas
ganadas con la selección… Sin embargo, más allá de todos ellos, convendría no
dejar de lado el hecho de que Fernando ha vuelto a casa ‘cuando tenía que
volver’, cuando era de ‘justicia divina’ que volviese.
Fernando Torres abandonó el Calderón allá por el verano de
2007. Y seguro lo hizo con un profundo dolor; dolor por no haber sido capaz de
haber llevado al ‘club de sus amores’ al sitio donde el creía que debía estar.
Existió durante meses (años, incluso) el debate entre aquellos que creían que
era ‘humano’ que el jugador tuviese
aspiraciones deportivas que no podía colmar el Atlético de aquellos tiempos y
aquellos otros que defendían que, pese a ello, si tanto quería a estos colores,
debería haberse quedado y haber seguido luchando por devolver al club a sus
‘días de gloria’.
Y, al margen del debate puramente futbolístico, hay otro
debate en quien nadie pareció querer entrar nunca: por aquél entonces, una significativa
parte de la afición rojiblanca criticaba con dureza (y aún critica hoy) la gestión de
los actuales dueños y pensaba que el
Atlético, con ellos, jamás volvería a ser un grande (salvo milagros del tipo
del que está obrando Diego Pablo Simeone). ¿Por qué no podía ser el Fernando
Torres aficionado, hincha atlético
desde su más tierna infancia, uno de aquellos?
![]() |
Celebración de la Euro '12, con el escudo atlético en primer plano (Foto: rtve.es) |
El caso es que, visto que los años iban pasando y que las
oportunidades, en forma de temporadas en blanco, se le escurrían entre los
dedos, decidió partir en busca de una gloria deportiva que aquél Atlético no
podía brindarle. Y ya sea por la casualidad y las circunstancias y/o el
efecto-dominó de su venta (el propio Fernando Torres se ha mostrado convencido
en muchas entrevistas que fue su venta lo que permitió al Atlético realizar
fichajes ‘de nivel’ y, por tanto, comenzar a crecer deportivamente), el
Atlético fue poco a poco (y con sus baches o socavones tipo Albacete) recuperando
su nivel y, sobre todo con Simeone, volvió a ser candidato a todo y a ganar títulos: 1
Liga, 1 Copa del Rey, dos UEFA Europa League (una, mérito de Quique Sánchez
Flores), dos Supercopas de Europa (también una, mérito de Quique Sánchez Flores)
y una Supercopa de España en apenas cinco años. Pero a esos títulos siempre les
faltó algo.
En paralelo, Fernando Torres, con Liverpool y Chelsea, si
hablamos de clubes, acumulaba también títulos y distinciones individuales: UEFA
Champions League, UEFA Europa League, FA Cup, Balón de Bronce europeo, jugador español que más dinero ha movido
en traspasos, debutante extranjero máximo goleador en la Premier… Y, si
hablamos de la Selección y de los años que ha estado ‘fuera’: dos Eurocopas, un
Mundial, autor del gol que dio a España la Euro ’08, Bota de Oro en la Euro ’12,
único jugador de la historia que ha marcado en dos finales de Eurocopa… Pero
también a esos títulos y distinciones conseguidos les faltaba algo.
Y lo que les faltaba a los títulos del Atlético sin Fernando
Torres y a los de Fernando Torres sin el Atlético era, precisamente, eso: no se
entendía del todo lo uno sin lo otro. Y no eran sólo los títulos; en la que es,
sin duda alguna, la etapa más brillante del Atlético en toda su historia,
faltaba algo. O alguien, mejor dicho: Fernando José Torres Sanz.
Por ello, tenía que volver. No se podía permitir que la época más dorada de la historia del Atlético
no tuviese como protagonista directo a uno de los jugadores que más luchó por
devolver al Atlético al lugar que se merecía, que más sufrió (seguramente, el
que más, en este caso) por no poder hacerlo y que, aunque en la distancia, más
ha celebrado los logros atléticos del último lustro.
Era de ‘justicia divina’ que volviese al Calderón y
disfrutase in situ la euforia
permanente en que vive instalada la afición atlética hace ya varios años. Era
de ‘justicia divina’ que volviese al Calderón y luchase por títulos y jugase
rondas finales de Champions. Era de ‘justicia divina’ que volviese al Calderón
y viviese la adrenalina de jugarse LA VIDA, en forma de títulos o clasificaciones,
en cada partido (‘partido a partido’, ‘final a final’), quien hubo de sufrir la
frustración de no aspirar a nada aún cuando quedaban 15 jornadas de campeonato.
![]() |
La Champions, ese oscuro objeto de deseo (Foto: youtube.com) |
Y sería de suprema ‘justicia
divina’ que el próximo 28 de Mayo levantase la ‘orejona’ en Milán. Sería una
especie de ‘ya me puedo morir’, deportivamente hablando. Pero, si no lo hace,
se merece sin duda alguna seguir viviendo esta etapa que, con Champions o sin
ella, a buen seguro tendrá continuidad en el Calderón, S.m. (Simeone mediante).