Pocas veces lo tuvo tan fácil el Atlético de Madrid en Chamartín. La realidad no da ya oportunidad a equívocos, el Atlético de Madrid ganador de Copa del Rey, de dos Europa League y Supercopas de Europa ha dilapidado el último de sus males. La victoria en la final de Copa en el Bernabéu era un paso importante para golpear el ego del rival que te ha masacrado durante los últimos 14 años, pero la de ayer tiene un significado aún mayor, el que pone un punto y aparte a las fobias que perseguían a los colchoneros. El límite ya no se avista.

El problema es ahora merengue, más allá de la discusión de su supremacía por el hasta ahora sumiso vecino. Para qué mil sabores diferentes si aún no dominas la vainilla. El Real fue ayer un helado de vainilla bajo en calorías. Carlo Ancelotti ha conseguido un record mundial y ha depositado un alzheimer selectivo en la cabeza de los suyos. Ya no hay contraataque, ese arte diseñado para equipos supuestamente pequeños y que Mourinho manejó con una perfección admirable, al mejor nivel de la historia. No está Özil, el encargado de lanzar a los galgos cuando la idea llegaba a su punto de ebullición. Pero tampoco está Carlo. Su empeño en el cambio de esquema no es reprochable a ningún profesional, ni la idea, el problema es cuando no la hay o no se hace efectiva y su lienzo en blanco no es cubierto por trazos de ningún tipo. La ausencia de la idea Mourinho se une a la no presencia de ningún tipo del italiano sobre sus piezas en el campo.
El Cholo ha conseguido un equipo agresivo, frase “diez” malinterpretada por algunos. En el campo se le ve a él. Su bloque unido, compacto, con una capacidad de sacrificio espléndida, en los apoyos, en la superlatividad de las virtudes de los suyos y en la generosidad colectiva para ocultar los defectos, ese conjunto fue un mazo ayer en el Bernabéu. El cuadrado Koke – Arda – Gabi – Tiago campeó a sus anchas haciendo un esfuerzo donde el resto de sus compañeros no necesitó destacar para llevarse el partido, Diego Costa mediante, los dos primeros no necesitaron tirar de asistencias magistrales y talento para hacer que el conjunto brillase. Lo de Koke es de varita mágica, la que ayer dijo Cristiano que no tiene Ancelotti para jugar de una manera espectacular desde ya, ésta la tiene Simeone, capaz de meter en un chico de 21 años la experiencia de uno de 30. Inexperiencia la de Illarramendi, jugador para la próxima década con la cautela suficiente, la falta de ideas de Isco y la versión edulcorada en la que se instala Khedira en ocasiones y donde se remarcan sus defectos. Juguete en manos del argentino. Ni Di Maria y sus cambios de ritmo, ni Cristiano rodeado de tres colchoneros perpetuamente, ni Bale. Ninguna individualidad conseguía ayer ni un mínimo de su objetivo.

La paciencia es una de las reinas de las cualidades humanas, la que la hinchada merengue debe tener con Carlo y la que ya está agotada con algunos miembros de la plantilla. Su defecto y quizás mayor virtud en el futuro es lo que tiene ahora, un equipo sin memoria ante lo que les hizo fuertes ayer y preparados para la instalación de conceptos, pero el tiempo es ausencia en casa del rico sin herencias. El Real Madrid no destaca en paciencia y aún se espera esa explosión necesaria para Carlo y el aficionado blanco.
Manuel Díaz

@manudp85