40 días sin marcar son muchos, demasiados para un goleador, máxime si tiene la trayectoria de David Villa. Y esta es la racha que el asturiano rompió el domingo pasado con sus dos goles ante el Betis.
Fue un fichaje controvertido en verano. Aunque su precio fue muy económico (apenas 2 millones de Euro si sólo juega un año en el Calderón), el Villa actual parecía estar a años luz de Radamel Falcao, el jugador al que, en teoría, venía a sustituir. Pero la temporada no empezó mal: un gol al Barcelona en la Supercopa, partidazo (con gol incluido) ante la Real y otro gol ante el Almería en la cuarta jornada.

Pero, a partir de ahí, la nada en lo que a cifras realizadoras se refiere. Incluso, su participación en el juego, su contacto con el balón fue decreciendo día a día. Pese a los mensajes que Simeone le lanzaba desde la prensa (“Su partido ante el Real Madrid en el Bernabéu me emocionó”), el run-run entre la afición atlética no hacía sino crecer. Y éste no fue mayor porque Diego Costa ha empezado la temporada como un cohete y ha suplido con creces la escasa producción ofensiva del asturiano.
Cuando David Villa fichó por el Barcelona, afirmaba que “el Barcelona juega demasiado rápido, incluso para mí, que juego con la mayoría de ellos en la selección española”. Salvando las distancias, que son muchas, tengo la impresión de que Villa pueda estar sufriendo también un período de adaptación al juego del Atlético de Madrid y, sobre todo, al trabajo y presión asfixiantes que Simeone exige a todos sus jugadores. Esto, unido a algunos problemas de tobillo que ha arrastrado, hace que todavía no haya dado todo lo que se espera de él.


O que no hubiera dado hasta el pasado domingo. La sonrisa de Simeone en el banquillo, después de que el asturiano marcase su primer gol al Betis, fue muy significativa. Al margen de alegrarse por el jugador, parecía pensar: “Yo ya sabía que esto iba a acabar pasando”.
Y es que Villa parece un jugador hecho a la medida de Simeone y de este Atlético: cuando tiene que luchar y presionar, lo hace como el que más y, cuando los Koke, Arda y demás se asocian para jugar, es el socio perfecto, tanto abriendo huecos como devolviendo paredes y dejando a sus compañeros en franquicia (el gol de Diego Costa al Betis el pasado domingo es un ejemplo perfecto).
Siempre ha vivido del gol pero, en lo últimos años, tanto en el Barça como en la selección española, su rol ha ido cambiando de ser el ‘9’ de referencia a ser un atacante que, partiendo muchas veces de la banda, llegaba al área.  Y este rol también es perfecto para el juego del Atlético donde facilita la aparición en el área llegadores como Koke, genios como Arda o portentos como Diego Costa. 

Con 32 años y una grave de lesión de rodilla a sus espaldas, Villa no va a volver a ser nunca el jugador de los últimos años en el Valencia. Y, si Diego Costa sigue al nivel que está, el Guaje pasará de ser el delantero de referencia del Atlético a ser el acompañante del brasileño.
Pero apuesten conmigo a que marcará entre 15 y 20 goles esta temporada. Y no es ninguna broma. Ya quisiera yo muchos acompañantes capaces de hacer esa cifra de goles.