He perdido la cuenta de las veces que ha estado muerto Fernando Torres. Y también he perdido la cuenta de las tantas resurrecciones que ha tenido cada vez que le han dado por muerto. Ahora, la medalla habrá que colgársela a Mourinho, el artífice de volver a reactivar el hambre de Torres.

Nos ponemos en situación. A principio de temporada ya se escuchaban campanas sobre la situación del 9 en el banquillo de los blues con la llegada del entrenador anteriormente conocido como The Special One (rebautizado para la ocasión como The Happy One).
Luego vino lo de desprenderse de Lukaku (que terminó en el Everton y que está haciendo una grandísima temporada), apostar por Demba Ba (que suponemos que sigue vivo) y repescar a Eto’o como medida de urgencia (o algo así). Entre todo ese batiburrillo andaba Fernando Torres, descolocado entre Schürrle, Oscar y Hazard que terminaban haciendo para el Chelsea el trabajo que no hacían los delanteros.

La sonrisa volvió a verse en la cara del de Fuenlabrada cuando el 22 de octubre se plantó en el Veltins-Arena y a los cinco minutos adelantó al Chelsea contra el Schalke 04 en el partido de Champions League. En el 68′, con asistencia de Oscar, hacía el segundo en su cuenta particular. Torres había recuperado la confianza perdida, después de que Mourinho viera en él a un tipo capaz de batirse el cobre por el equipo (y eso a The Special le encanta) y terminara expulsado ante el Tottenham después de tenerlas tiesas medio partido contra Vertonghen.

Ayer, el City se presentaba en Stamford Bridge con la necesidad imperiosa de no dejarse más puntos. El plan se fue al garete. Pellegrini formó de inicio con David Silva y Javi García (luego saltarían al terreno de juego Navas y Negredo) y empató el marcador después de un trallazo de Agüero que fusiló a Cech.
Hasta que ocurrió eso, Fernando Torres estuvo más activo que nunca, marcándose uno de sus mejores partidos.

Se partió el pecho por la banda derecha para terminar zafándose de su marcador y poner un pase perfecto para Schürrle que solo tuvo que empujarla. Falló un gol clamoroso, de acuerdo. Después un disparo desde l alma que se estrelló contra el larguero. Y no parecía decaer nunca. En el minuto 90 llegó el delirio. Hart y Nastasic que parece ser que no se hablan (para mí sigue siendo más error de Nastasic que del portero del City) y Torres que anda por ahí compitiendo cada balón como si fuera el último. La cesión de Nastasic pasa por encima de Hart y Torres que corre hacia ese balón para empujarlo a la portería, marcar el 2-1 y poner al Chelsea segundo en la clasificación de la Premier. La enésima resurrección de Torres.

P.D: ¿Y Mata? De Mata hablaré otro día.