Es cierto que estos dos últimos años el Real Madrid no ha mostrado su mejor cara en los inicios ligeros.
            El año pasado con Mourinho las razones fueron obvias: falta de compromiso con el club y con el entrenador, por parte de los jugadores. El tiempo dio la razón, esa fue una de las causas por las que el equipo blanco no logró sacar ni un punto de sus visitas a tierras andaluzas, perdiendo todos y cada uno de los partidos que el equipo madrileño disputó.
            Este año la cosa quizás sea más compleja. La llegada de un nuevo staff técnico, la apuesta de la dirección técnica por un equipo más joven y dinámico y las numerosas salidas complicarían el inicio liguero.
            Irremediablemente estas son buenas razones, pero mi actitud crítica me hace indagar un poco más.
            El aterrizaje de Carlo Ancelotti en la capital de España, supuso un vuelco de aire fresco al equipo. La escuadra venia de jugar un fútbol más táctico y físico, en el que Mourinho premiaba más el esfuerzo sobre el campo y las pugnas por cada balón dividido, que los detalles de calidad de cada jugador. Partidos en los que al Real Madrid no le importaba dejar tomar la batuta del partido al equipo rival, replegándose ordenadamente atrás y saliendo con velocidad a los espacios. Este año la cosa cambia totalmente, Ancelotti, de la mano de Zidane abogan por un fútbol de control, de posesión, con incorporaciones como las de Illaramendi o Isco. Mucho toque en mitad de campo y vasculaciones a banda en busca de laterales rápidos y que lleguen a línea de fondo, como Carvajal y Marcelo. Sin mencionar la presión de la gente de arriba, en zona de tres cuartos que tuvo lugar en pretemporada. Nada más lejos de la realidad el inicio liguero sorprende a un Real Madrid donde la salida de uno de sus jugadores franquicia, (Ozil) y la incorporación de Gareth Bale, uno de los jugadores más verticales del panorama internacional, dejó trastocados los planes del entrenador italiano.

            Se topó con un equipo que no se encontraba así mismo, donde los jugadores no se conocían y donde la presión mediática le obligaba taxativamente a poner al segundo jugador más caro de la historia, robando protagonismo al medio campo. No obstante, el fútbol “loco” que practica el Real Madrid hace que equipos inferiores se muestren motivados y puedan plantar cara al equipo merengue lejos del Bernabeú como pasó en Elche o en Valencia ante el Levante. Se vió un equipo plano, sin ideas, donde el único que tira del carro es Cristiano Ronaldo, donde el delantero centro titular del Real Madrid no rinde ni la tercera parte de la calidad que atesora en sus botas y donde tampoco existen soluciones en el banquillo. Todo ello lo ratificó el Atlético de Madrid en su visita al coliseo blanco las pasadas jornadas. El Real Madrid se enfrentó a un equipo hecho, donde las incorporaciones solo buscaban sumar y no cambiar el estilo de juego, donde una defensa ordenada y la presión en medio campo, ahogaba las ideas del equipo merengue, que se veía obligado a buscar el gol por medio de centros que incluían poco peligro.
            En definitiva, mucha culpa de este arranque liguero lo tiene el técnico, que no ha sabido inculcar a sus pupilos su idea de juego y manera de entender el fútbol.

                                                           M. Ángel Hurtado Salvador (@MigueHurtado)