Apuntes sobre la jornada 17 de la Premier League.
Allá por el 2005 Mourinho le llamó voyeur a Wenger. El francés le contestó diciendo algo así como que darle éxitos a un estúpido lo convertía en alguien más estúpido. Batalla de improperios. La batalla en el campo ha sido otra cosa. A estas alturas el voyeur no ha logrado ganarle al estúpido. Arsenal y Chelsea cerraron la jornada 17 en un duelo soporífero en la cumbre que terminó con empate a cero y que deja la Premier muy apretada. Eso sí. Se jugó a lo que quiso el estúpido y no a lo que quería el voyeur.
Roberto Martínez se ha colado en la parte alta de la tabla sin decir ni mú. Ya te puede decidir un partido Deulofeu o que Barkley te meta un golaco de falta que Bob, el silencioso, lo celebra levantando la mano como si estuviera llamando a un taxi. 16 goles ha encajado el Everton y está haciendo una primera vuelta casi perfecta con tan solo una derrota. Sin movimientos sobreexagerados ni aires de grandeza, Bob ya es un imprescindible de la Premier.
A Tim Sherwood le tocó la china de hacer de interino, que es cuando te haces cargo de un equipo para cubrir la vacante de un compañero mientras el jefe busca a alguien mejor que tú. Salvo que seas Rafa Benítez, que entonces eres interino aunque te hagan un contrato de por vida.
Sherwood tiene el deber de enderezar el rumbo perdido con AVB. De momento no va por mal camino. Ha descubierto dos cosas: que Roberto Soldado no le cuela un gol al arco iris y que los Spurs tenían en nómina a un togolés que perfectamente te arregla un partido. Y además baila bien. Y encima le hace compañía a Soldado. Tendría narices que la esperanza del Tottenham fuese Adebayor (Manolito para los colegas).
El mayor problema de Malky Mackay no estaba precisamente en cruzarse con Luis Suárez y los suyos. El mayor problema lo tiene en casa y responde al nombre de Vincent Tan. Vincent es uno de esos tipos podridos de dinero que un día decidió soltar la pasta en el Cardiff. Pudo ser el Albacete Balompié o el Tropezón, pero eligió al equipo del sur de Gales.
El problema de esta gente es que tienen la mala costumbre de pasarse por el forro la historia de un club. Se empieza por cambiar la camiseta de toda la vida y se sigue por mandarle un email al entrenador dándole un ultimátum. ¿Como se termina? Pues seguramente dándole la patada al tipo que prefirió mantenerse leal a un proyecto en el que creía.
Un artículo de: Álvaro Ramírez.
@YoSeDeLaPremier