Es importante para un jugador, poseer ese sentimiento competitivo que ayude a desarrollarse como individuo y deportista, a la vez que puede ser beneficioso para el equipo. Sin embargo, esta competitividad individual, debe ser controlada y orientada hacia el beneficio del equipo de fútbol. De nada sirven los individualismos, ya que pueden generar conflictos entre algunos jugadores de fútbol.

Por otra parte, es sano para el grupo, la existencia de una competitividad que mantenga la motivación entre todos los jugadores. El entrenador debe hacerles saber que todos y cada uno de las personas, son importantes tanto en los entrenos como en cada partido. Nadie debe acomodarse, todos deben estar al máximo rendimiento mental y físico, deben luchar por mantener su posición, deben estar preparados para cualquier situación.

               

El jugador debe sacar esa motivación y esa competitividad, como forma de reafirmarse frente a su equipo y frente a su entrenador. Nunca se debe caer en el error, de sentirse ansioso o estresado, lo importante no es salir en el once titular del partido, lo importante es ayudar a tu equipo cuando sea necesario, ya sean 10 minutos, 15 minutos o 5 minutos. Por tanto, un jugador competitivo debe ser capaz de:

          Ser capaz de responder ante las posibles presiones.

          Ser capaz de enfrentarse a sus rivales dándolo todo.

          Ser capaz de mantener la concentración, según los pasos que marca el entrenador para dicho partido.

          Debe ser capaz de  de aprender de las circunstancias y de los contextos que se le plantean en el partido, ya sea como titular o como suplente, siendo capaz de adaptarse de la forma más rápida y eficaz ante los cambios situacionales.

          Ser capaz de jugar con inteligencia y valentía. (saber crear jugadas de peligro, arrinconar al contrario y superarlo en el plano táctico, descompensarle y buscar el gol).

Para conseguir en un jugador todo esto, hay que trabajar muchas facetas y características de los jugadores. Hay que ayudarse a superar la ansiedad que puede surgir durante la ejecución de un partido o entreno, ayudándoles a generar respuestas positivas ante el estrés, no cayendo en pensamientos negativistas cuando ocurre algún error, a no obsesionarse con determinadas tareas, a afrontar tanto el éxito como el fracaso, etc. También es imprescindible que tenga una buena preparación física, táctica y técnica, una buena preparación mental, control emocional fomentando la autodisciplina y el autocontrol personal. Que el jugador sea capaz de mantener una adecuada concentración (antes del partido, durante el descanso y después del partido).

Además el jugador debe ser capaz de comprender y estudiar los diferentes errores y aciertos en cada uno de los partidos, para tener siempre un punto de partida sobre el que mejorar en las siguientes sesiones de entrenamiento, de acuerdo a las indicaciones del entrenador y del cuerpo técnico.

Esta competitividad mantiene vivo al equipo, mantiene un esfuerzo y constancia determinantes, tanto a nivel grupal como individual, siempre teniendo en cuenta, que es necesario tener una buena comunicación entre el equipo y cada uno de los integrantes con su entrenador.  Como todos los seres humanos, los jugadores tienen sus necesidades y el entrenador debe conocerlas, para así mantener una buena dinámica de grupo.