Pocos reconocen esta parte del fútbol como un arte. Está mal visto en la órbita del fútbol que un equipo, en especial uno de los grandes, recurra al contragolpe como estilo de juego definido o como una forma muy recurrente de jugar. Lo hemos visto en algunas declaraciones de los endiosados del fútbol, de aquellos que parecen haberlo inventado, tener la receta perfecta de lo que se debe hacer con la pelota, de lo que está bien o mal menospreciando cualquier tipo de juego que sea diferente al por ellos inventado. Me alegro no formar parte del barco en el que menosprecian el juego del rival por ser diferente al suyo, porque ante todo algo hay que tener claro en este deporte: todo cambia, todo es cíclico, los estilos cambian, la manera de jugar cambia y lo que ayer no te gustaba mañana te tendrá que gustar.

El contragolpe no va ligado a encerrarse a atrás y salir con balonazos, el contragolpe  puede ser un arte si de ello se hace un arte. El ejemplo más próximo de cómo jugar al contragolpe como estilo de juego lo encontramos sin ir más lejos en la era de Mourinho con el Real Madrid. Un arte y un autentico espectáculo. Porque dio la casualidad que un entrenador que sabe jugar bastante bien a eso se encontró con una plantilla de jugadores que una de sus principales virtudes, por no decir la mayor, es la rapidez, el juego vertical, en definitiva el contragolpe. No solo a madridistas nos pudo enamorar ese fútbol que el Madrid desplegó durante el segundo año de Mou con el que consiguieron ganar la liga de los 100 puntos con récord de goles, pero voy más allá, me niego a pensar que ese fútbol no puede enamorar a todo el mundo. Hay métodos, estilos y maneras y ese fútbol rápido, ese fútbol que hacia recorrer el campo en tan sólo tres toques, con los jugadores corriendo a una velocidad de crucero, ese peligro que sembraban con tan solo coger el balón y tener espacios de por medio a mi me hizo ver otra dimensión del fútbol. No puedo entender que haya personas  que  no consideren ese fútbol ni siquiera lícito, quizás estemos acostumbrados a otro tipo de cosas, a que nos digan cual es el  bueno, el de verdad, y el malo, el de mediocres, quizás nosotros lo creamos, pero la realidad es otra, la realidad es que ese fútbol traspaso fronteras y para mí como para muchos más fue un absoluto placer ser cómplice de él.

Algo debe de tener claro el Real Madrid y en especial Carlo Ancelotti: nunca perder el contragolpe. No por filosofía sino por virtudes, ya que es la mejor cualidad de su plantilla, sus pupilos son jugadores hechos para ese fútbol y aunque fantásticamente se quiera enfundar otro estilo o modo de jugar diferente, no pueden renunciar a su pilar básico, a sus contras vertiginosas aunque sea como un complemento de su fútbol.

El contragolpe es un arte porque en tres toques concretos, exactos, definidos, ensayados ves el balón en la portería contraria y sobre todo es un arte porque es un espectáculo y no hay que olvidarse que el fútbol es tan grande por dar espectáculo y por hacer vibrar a toda una afición de una u otra manera.