Lo inusual se volvió circunstancial. Lo circunstancial se volvió habitual. Lo habitual se volvió consecutivo. Problema. Parece tangible en este 2014 pero el pez lleva coleando desde 2012. Guardiola se marchó pitando de un vestuario conformado, satisfecho, saturado. Vio lo que nosotros vemos ahora, sólo que dos años antes. La rabiosa actualidad aventura una revolución, pero el sentido común lleva clamando una un par de años atrás.
Messi no puede ampararse en su coraza de ser superior
El Barcelona se está viendo en una espiral terriblemente autodestructiva y da la sensación que ningún fantoche con potestad decisoria sabe muy bien cómo salir. Cualquier posible decisión se antoja arriesgada y su solución no está del todo garantizada tratándose de un club tan especial como el Barcelona. Se respira en el ambiente que la Ciudad Condal exige autocrítica de jugadores y técnico, pero éstos han preferido optar por un patético victimismo, amparándose en una postura inocentemente defensiva.
El poso de Guardiola fue demasiado pesado, una carga que el club no estaba preparado para llevar. Pep extendió la cuerda, con todas sus fuerzas tensó y tensó. La dejó amarrada para retirarse, a Tito se le empezó a descoser con sinuosa rapidez y al bueno de Martino se le rompió en las manos. El técnico argentino parece verse superado por esta situación de tensión y veremos si cuenta con las agallas necesarias para llevar a cabo la criba que reclama la andrajosa situación. Por lo que ciertas fuentes señalan, le llevó poco tiempo darse cuenta de que no iba a poder enderezar el rumbo, por las continuas turbulencias y las más que posibles tormentas que se avecinaban con tremenda inmediatez.

Cualquier decisión se antoja arriesgada y su solución no está garantizada; es el Barcelona

La renovación pasa por varios pesos pesados del vestuario y ese es el maldito problema, ¿quién se va a atrever? Confirmadas las bajas de Valdés y Puyol, deben sumarse Xavi y Alves como mínimo. Al bueno de Piqué le quedan dos opciones: madurar de una santa vez y cambiar radicalmente su actitud o coger puerta, porque el catalán es un central exquisito pero desde que Puyol dejó de limpiar sus huellas anda de garbeo por la zaga azulgrana. La brillante disposición de Mascherano invita a que se quede, pero suma demasiados fallos en demasiados partidos para ser el  central titular del Barcelona. La calidad de Tello lleva ya suficiente tiempo evidenciada y su baja parece más que segura.
Daniel Alves lleva dos años pidiendo a gritos salir del Barcelona
Hay un problema mucho mayor: Leo Messi. Uno de los grandes problemas desde que se fue Guardiola es que los jugadores ni de lejos dan el 100% en el plano físico: no corren con el alma, no pelean cada balón como si fuera el último y no miden sus esfuerzos. La figura de Leo Messi encarna desde hace dos años todo ello y este año está siendo especialmente manifiesto el desdén del argentino. Es desolador ver a Messi sin balón, arrastrándose por el césped como si el cuento no fuera con él, cuando antes corría a presionar al portero en el minuto 90 tras haber logrado un hat-trick; lo ha perdido y no piensa recuperarlo. El tema con Leo es que sabe que es el auténtico Dios del Barça y que su inmunidad e inviolabilidad están más que presumidas. Pues yo le digo a Dios que su actitud roza la mezquindad; espero que no me quemen en Barcelona. Ni siquiera la llegada de Neymar ha conseguido amenazarle y su dejadez perjudica en demasía al Barcelona y lo seguirá perjudicando. Quizá el momento temido por todos los barcelonistas haya llegado, quizá es hora de traspasar al mejor jugador que hayan visto.

Lo que es absolutamente obvio es que ha llegado la hora de renovar la plantilla, hay demasiados jugadores que perdieron el hambre hace años y no vendrá otro Guardiola a ponerles las pilas. La directiva ayudaría mucho a la estabilización del club convocando elecciones en junio, razones han dado a pares. El aire que se respira en Can Barça está envuelto en supremacía, saturación y obscurantismo. Es una espiral  voluptuosamente sobrecargada que necesita aire fresco, se ve a kilómetros.