Este verano, tras la traumática marcha de Manuel Pellegrini y varios de los jugadores capitales que consiguieron llevar al Málaga hasta los cuartos de final de la Champions League, los máximos rectores del Málaga con Vicente Casado (director general) a la cabeza empezaron la búsqueda de un nuevo capitán que aceptase comandar una nave dónde había un proyecto muy diferente al que se inició.

Antes de la marcha en la dirección deportiva de Mario Husillos, el club tenía al hoy entrenador del FC Barcelona ‘Tata’ Martino como el mejor colocado para seguir el buen hacer de Pellegrini. Pero el argentino no quiso dejar tirado a su por entonces equipo, el Newell’s Old Boys, y rechazó la propuesta. Meses más tarde acabaría firmando por el conjunto azulgrana.

Entonces el objetivo se centró en Francia, concretamente en el hoy técnico de la Roma Rudi García. Al francés le avalaba su gran trabajo en el Lille, pero la falta de recursos económicos suficientes y un proyecto deportivo que no convenció al entrenador, serían los motivos de su rechazo a la oferta malaguista.

Desde la planta noble de Martiricos se puso sobre la mesa el nombre de un entrenador mediático, que hoy día es el único de la Liga BBVA que ha conseguido ganarla; Bernd Schuster. Husillos no comulgaba con la idea y, junto a varios desencuentros, decidió no renovar su contrato.

Se llegó a un acuerdo con Schuster por 5 temporadas, algo inusual en cualquier país, aunque tenía cláusulas para romper unilateralmente el contrato al final de cada temporada. Muchos aficionados pensaron que el sueño de este Málaga no acabaría después de este mediático fichaje pero la apuesta por jugadores desconocidos y algunos demasiado jóvenes acabarían con la ilusión de la parroquia malaguista.

Ésta primera etapa del alemán en el banquillo de La Rosaleda no está siendo bueno, nada bueno. El conjunto malacitano se sitúa en 17º lugar marcando la frontera del descenso a la Liga Adelante. Y Schuster no ha conseguido que su equipo juegue a un estilo reconocible y, mucho menos, cambiar sus formas.

Hace unos meses cuando se le empezó a tildar de el culpable de la racha irregular del equipo, el técnico declaró “ahora estoy en mi salsa”. Algo que no sentó bien ni a aficionados, ni mucho menos a la directiva del club.

Hasta la fecha, sus ruedas de prensa antes y después de los partidos no son nunca despreciables. Siempre deja un comentario desagradable o lanza algún dardo. Nunca se le ha oído cuestionarse su hacer con la plantilla y siempre ha achacado los malos resultados a deficiencias en ciertas posiciones, algo en lo que sí lleva razón.

Pero esto no es nada nuevo en Schuster, ya que en sus anteriores etapas (Xerez, Levante, Getafe o Real Madrid) también dejó frases para el recuerdo, las más destacadas son en referencia al FC Barcelona cuando éste entrenaba al Real Madrid; “es imposible ganarle al FC Barcelona” frase corta que le costó su despido del club blanco.

Y es que el alemán nunca se calla nada y es muy sincero con todos, como aquella frase mítica que siempre recordarán en Can Barça; “a Messi hay que pararle por lo civil o por lo criminal”.

Como jugador fue un fino centrocampista con un gran toque y poseía una habilidad especial para las faltas. Como entrenador, ha sido campeón de Liga pero por su actitud, quizás siempre será más recordado por sus palabras que por sus hechos.