Querido papá:
Papa, te escribo esta carta para agradecerte que me guiases a ser seguidor del Levante, porque tal vez no ganemos títulos, ni estemos nunca en las posiciones cabeceras de la primera división española, pero nuestro equipo lucha y pelea cada balón como si fuese el último, sabiéndose capaz de ganar a cualquier a pesar de no contar, ni de lejos, con los grandes presupuestos que manejan algunos clubes de nuestro futbol.
Pertenecer a la minoría te hace más fuerte y en una ciudad como la nuestra donde el Valencia es el equipo históricamente más fuerte, el que antes luchaba las ligas con Madrid y Barcelona y que incluso llegó a disputar varias finales de la Champions, ser del Levante es un orgullo del que pocas personas pueden alardear. Porque no tendremos un estadio cinco estrellas, y tal vez, si lo tuviésemos, tampoco seríamos capaces de llenarlo, pero a los equipos grandes no les es nada fácil sacar los tres puntos de nuestro humilde feudo. Sin ir más lejos, esta misma temporada, el Barcelona no pudo pasar del empate a uno en el Ciutat de Valencia y el real Madrid tuvo que remontar de forma heroica con goles en el 90 y 94.
Te doy gracias, papá, por haberme comprado mi primera camiseta granota, esa que nunca se ensucia, ya que las manchas de césped y el olor a usado no son signo de suciedad, sino de lucha y entrega, la misma que nuestros jugadores, domingo tras domingo, derrochan en el campo con el objetivo, ahora, de quedar por encima del Valencia, el máximo rival, cuando termine la liga.
Papa, te seguí sin saber a dónde iba y ahora no quiero salir, por nada del mundo, de este equipo y esta afición que a base de esfuerzo ascendió desde lo más bajo para terminar consagrándose como un fijo de las más altas categorías de nuestro futbol, así, el Levante se ha convertido, gracias a mi padre, en el equipo del que nunca me quiero separar.