Siempre es difícil de explicar y convencer a alguien que no le gusta o no entiende de fútbol el sentimiento que muchos sentimos hacia este deporte y, en especial, hacia unos colores.
Los míos, personalmente, son blanquiazules y sea cual sea el momento deportivo por el que esté atravesando, cada día me siento más orgulloso de amar esos colores. Ese blanco y azul pertenece al Málaga CF, un club que ha sido modesto durante toda su historia y que nos ha hecho derrochar lágrimas tanto para lo bueno como para lo malo.
El Málaga es un equipo histórico del fútbol español, siempre denominado como un equipo ‘ascensor’ que también besó la gloria al probar las dulces mieles de la Champions League y hacerlo con muchísima calidad. Podemos presumir de tener una de las mejores aficiones, clara muestra del fuerte sentimiento que produce este escudo del que es difícil no enamorarse.
Cuándo tu hijo te pregunta, ¿papá, por qué somos del Málaga? Podríamos tirarnos horas y horas dándole vueltas a la cabeza intentando buscar una explicación lógica al sentimiento que nos une a ese escudo. No lo intenten, es algo completamente inexplicable. Ese fervor sólo puede entenderlo quién de verdad lo siente y nada más.
Por Martiricos han pasado grandes nombres del fútbol mundial como Helenio Herrera, Ladislao Kubala, Marcel Domingo, Juanito, Van Nistelrooy, Cazorla, Baptista, Dely Valdés, Isco… que dejaron su huella en el corazón blanquiazul y que ayudaron a que este equipo fuese más grande para todo el que lo ama.
De Tercera a la Champions, la afición malaguista nunca se ha rendido con su equipo y La Rosaleda siempre ha sido un ejemplo de apoyo y fidelidad. Inolvidables goleadas como aquella del 6-2 al Real Madrid en la temporada 83-84 o el 5-1 al FC Barcelona en la 03-04 pasando por aquel 9-2 al Hércules con Pedro Bazán como autor de los 9 goles en 1948 que recordarán los más veteranos.
El ‘Boquerón’ sueña en blanquiazul, y sólo se puede decir que es un orgullo tenerte y un orgullo seguirte. Gracias Málaga por hacernos amar a estos colores.