De la misma manera que el imponente ejército persa del gran rey Xerxes I, allá por el año 480 a.C., atacó toda Grecia empezando por el reino de Esparta, así se presentaba en el día de ayer el ejército del Granada. Comandando por una horda en forma de “CaravanaPermanencia” desde la media tarde, el equipo sentía el fragor de la batalla que se avecinaba contra el enemigo, la importancia de los 3 puntos en juego para certificar cuanto antes la salvación y no pasar apuros innecesarios. La tropa de élite persa-nazarí, comandada por el general Alcaraz y sus jugadores, fue aclamada en los prolegómenos de la gran batalla frente a los espartanos-levantinistas. A priori todo hacía presagiar una gran victoria contra el enemigo, además jugando en casa. Los Cármenes iba a ser el bastión clave para derrotar al rival.
El partido comenzó con un ritmo frenético impuesto por el conjunto local, que jugó sus mejores (y únicos) buenos minutos hasta que el marcador señaló el min 15 de partido. El ejército de Alcaraz asediaba las defensas de los guerreros granotas que resistían como podían las embestidas nazaríes comandadas por un Riki que estrangulaba por la banda izquierda a un Vyntra desubicado por completo. Y así llegó la jugada fatídica del partido que posiblemente marcara un antes y un después en esta guerra de las Termópilas en la Alhambra. Centro de Riki y mano clara de David Navarro. El colegiado Álvarez Izquierdo no dudó ni un instante señalando la pena máxima con brazo firme y férreo. Pero poco después, aún sin saber por qué y ayudado por el consejo de uno de sus linieres, decidió cambiar de opinión y anular el penalti. Los jugadores rojiblancos no podían creer lo que estaban presenciando: un robo en toda regla y una fractura en sus tropas de asalto.
Como si la decisión hubiera machacado al ejército de Alcaraz, el Granada dejó de funcionar poco a poco durante el resto de minutos en el primer tiempo, diluyéndose cual azucarillo en café con leche. Entonces, los 300 guerreros granotas que a priori parecían estar acosados, comenzaron a rechazar con cabeza y con táctica las acometidas del rival. El Granada iba quedándose sin ideas (sobre todo al llegar a línea de 3/4 de campo) y por momentos el Levante probaba fortuna contra el marco de Roberto con algún disparo como el de Ivanschitz. La tropa de ataque del Granada se resistía y respondía con una combinación persa-argelina-marroquí comandada por Brahimi y El Arabi, sin éxito. Poco antes del descanso llegó el momento estelar de Roberto, realizando un paradón espectacular a Rubén Garcíacon posterior toque de esférico en el travesaño. Una lanzada de furia y rabia del Levante, como diciendo “seguimos aquí”.
El segundo tiempo pilló en frío al Granada y no pudo empezar peor. Una brecha en el masivo ejército rojiblanco, propiciada por una mala defensa de Coeff y Murillo, más un barullo en el área chica, propició que David Navarro apareciera por allí y disparara sin oposición a gol. El Levante espartano acababa de hacer presencia haciendo mella en el ejército persa de la Alhambra. Dos llegadas claras, un gol. Así juega este equipo y así de rentable le sale. Después de este golpe, hubo toque de corneta de Alcaraz, quitando a Recio, deshaciendo el trivote y metiendo potencia con Buonanotte. Más adelante Piti se le uniría ante la desesperación del Granada porque no conseguía perforar la defensa inexpugnable granota. En una de ellas El Arabi controló y lo más fácil, que era remata solo ante Keylor se convirtió en tal quimera que mandó el esférico a las nubes. Los 300 granotas parecían 10000 y los 10000 granadinos parecían 300. Unos aguantando las acometidas y repeliendo todo asalto y otros desesperados por completo. Finalmente Alcaraz dio a entrada a Ighalo y puso defensa de 3 sabiendo de antemano que todo riesgo conlleva un precio…y así fue. Pedro López tal cual Iniesta dribló a todo el que se le puso por delante y colocó un balón perfecto en la escuadra de Roberto colocando el definitivo 0-2 y el toque de gracia a los ejércitos del Granada.
La batalla de las Termópilas en Los Cármenes no acabó como la real, porque 300 guerreros granotas demostraron que, colaborando y trabajando en equipo, se puede vencer a cualquier enemigo. Todo lo contrario que el Granada, que debe mejorar su estrategia bélica de ataque para futuros enfrentamientos y como decía Sun Tzu de manera versionada“Someter al enemigo dándole batalla”.