En el primer trimestre de 2014 se vendieron alrededor de 285 millones de teléfonos inteligentes y más de mil millones serán vendidos este año, según Strategy Analytics. Ya no se trata de celulares sino de smartphones, Samsung y Apple son responsables por casi la mitad de estos; si tenemos en cuenta que un iPhone cuesta US$649, podemos deducir que el cliente está pagando por la experiencia, la sensación y el contacto con una fina maquina pero también por la calidad del software, del sistema operativo, la interfaz de usuario gráfico y las novedosas aplicaciones que van desde sensores médicos para monitorear el ritmo cardiaco hasta poder hacer pagos móviles sin necesidad de tocar la pantalla. Bello por fuera y fuerte por dentro.
Arséne Wenger acaba de lograr el pasado sábado la FA Cup inglesa, volvió a celebrar un título después de 9 años y según ha informado el diario británico Daily Telegraph, el entrenador francés ha llegado a un acuerdo con el Arsenal para prolongar su contrato por tres temporadas más, es decir, hasta el 30 de junio de 2017. Con esta renovación, el director técnico del equipo londinense pasará a percibir unos ingresos anuales superiores a los 9 millones de euros y se comenta que el club pondrá a su disposición cerca de 120 millones de euros para ser destinados a nuevas incorporaciones.
Que remotas se ven aquellas temporadas en las que los del norte de Londres mandaban en el futbol ingles, que lejano se ve ese último título conquistado en aquella FA Cup del 2005, que pronto se ha relegado al hombre que le entrego once trofeos a un club al que todo el mundo le llamaba el Boring-Boring Arsenal, que rápido se envió a la cesta del olvido al hombre que llegó a ganar una Premier sin perder ni un solo partido y prácticamente revoluciono por completo el torneo ingles. Después de todo esto, ¿debería el Arsenal renovarle? La respuesta es NO.
Wenger es un técnico que merece gran respeto, por sus títulos, por la transformación de aquel equipo que navegaba en la mediocridad cuando fue contratado en Septiembre de 1996, por el esfuerzo en una rigurosa gestión económica-deportiva que permitió la construcción del Emirates y sobretodo, por el futbol lirico que aun pregona el alsaciano. Pero ha sido el propio Arséne quien se ha encargado de devorarse a sí mismo al resistirse a evolucionar tácticamente, al oponerse a pagar por el talento que tanto necesita su onceno, al enredarse en su propia filosofía con un fútbol de toque, con jugadores jóvenes que cuando “crecen” dejan muchos millones y muy pocos títulos. Hay momentos para pasar la página y cerrar ciclos.
Esta era la oportunidad para que Wenger se fuera del Arsenal como un grande, dejando atrás el mote de perdedor que muchos amnésicos le endilgan pero él insiste que el wengerismo aun puede ganar y quiere demostrar que su formula aun no está agotada.Durante su estadía, el Arsenal ha finalizado 18 veces en el top-4 de la Premier League y sin él, tan solo lo consiguió en 23 de las 92 temporadas previas, números brutales para un técnico; cuando haces que algo extraordinario se repita constantemente, este deja de serlo y se convierte en casi una obligación. Para la afición entrar en Champions ya no es suficiente, quieren el premio mayor.
La coreana y los de Cupertino saben que el constante rediseñó de sus celulares es lo único que les mantendrá en la cresta de la ola. Ojala el técnico francés se dé cuenta que los tiempos han cambiado, que las estrategias futbolísticas han evolucionado, que el talento cuesta y que lo único que lo mantendrá en la elite, es el cambio de chip y una reinvención de sí mismo.
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