La convocatoria de la Selección Inglesa, al igual que las de otras muchas selecciones, ha sorprendido debido a la cantidad de caras nuevas visibles entre los 23 convocados por Roy Hodgson. Hablamos de jugadores como Sturridge, Sterling y Barclay entre otros. La mayoría de estos nuevos jugadores se caracterizan por su vocación ofensiva, su calidad, su juventud y su desparpajo en el terreno de juego.

Tras haber visto el encuentro disputado entre las selecciones de Italia e Inglaterra el pasado sábado en el estadio Arena Amanzonía, podemos sacar varias conclusiones del estilo de juego planteado por el seleccionador inglés.

Lo primero y que más llama la atención, es la posición Steven Gerrard. El centrocampista del Liverpool acostumbrado a llevar la batuta del juego en la zona de medios, incorporándose al ataque desde segunda línea, y acabando jugada en muchas ocasiones con su gran disparo desde fuera del área; vimos como en esta nueva selección inglesa, su papel es bien distinto. Debido a la ausencia de Lampard, que deja bastante huérfano el medio campo inglés, Gerrard se ve obligado a fijarse por delante de los centrales como un medio defensivo, con el objetivo de ayudar a éstos a sacar el balón jugado. Pero más que para sacar el balón jugado desde atrás, lo que Hodgson pretende con fijar ahí a Lampard, es que sus marcadores bajen a realizar la presión a tres cuartos del campo inglés, y de esta manera dar más libertad y espacio a los poderosos y rápidos atacantes ingleses.  Y es aquí donde radica el cambio más notable de esta selección. Roy Hodgson ha decidido sacrificar el medio del campo en favor de un ataque sorpresivo y veloz. Este ataque lo componen  jugadores jóvenes, de gran físico, gran desborde y mucho gol.

El ataque de Inglaterra en el Mundial lo componen Sturridge, Welbeck, Sterling y Rooney. Sturridge y Sterling dieron una gran impresión en el partido ante Italia, mostrándose como dos extremos poderosos y potentes, que se zafan de sus marcadores con gran habilidad y velocidad, y acabando muchas veces esos desbordes en centros al área  para Welbeck, o en disparos poderosos y potentes sobre el marco italiano. Si a esto le añadimos la gran calidad para dar el último pase, para combinar y asociarse, el potente disparo, y sobre todo el olfato goleador de Rooney, tenemos un ataque dinámico, potente y sobre todo efectivo.

Esta es la idea fundamental que la actual selección inglesa plasma en el terreno de juego. Un juego basado en el contra-ataque, en el cual tras pases al espacio  o tras combinaciones cortas y rápidas entre sus hombres de arriba, se goce de  varias oportunidades de ataque y que en muchos momentos suponen un asedio para el portero rival. Este correcalles, presión y velocidad al que Inglaterra somete a sus rivales, hace que en varios tramos del encuentro, el físico de los jugadores oponentes merme y se subordine al poderío de los jugadores ingleses.

Este nuevo estilo de juego hace que estemos ante una auténtica «Revolución Inglesa». Pase lo que pase en este Mundial  (ya que Inglaterra se encuentra encuadrada en el llamado “grupo de la muerte” en el que también se encuentran otras dos potentes selecciones como son  Italia y Uruguay), debemos seguir confiando en esta forma de jugar. Este modelo de juego es una apuesta de futuro que puede dar muchas alegrías a los aficionados ingleses en próximos campeonatos.