Mucho se está hablando de las posibilidades del actual Valencia de Nuno Espirito Santo de rememorar laureles no tan lejanos en el tiempo y muy cercanos en el sentimiento valencianista.  Nos disponemos aquí a reflejar las similitudes y diferencias entre uno y otro equipo, una y otra época.
Portería:
Santiago Cañizares vs Diego Alves: Porteros de similares características técnicas en cuanto a sus capacidades felinas bajo la portería, su buen 1×1. Desde mi punto de vista las prestaciones de aquel Cañizares superaban claramente al del actual Diego Alves. Desde su experiencia anterior en conjuntos de élite (venía del R. Madrid) a sus apariciones más habituales en la selección (Alves hace tiempo que no va con Brasil). El Dragón (Ranieri dixit)también era un especialista desde los 11 metros y su leyenda cuenta que conseguía descentrar a sus rivales conversando “amistosamente” con ellos. También en el caso de los porteros suplentes el Valencia de entonces era superior al de ahora. Andrés Palop, el Tigre de l’Alcudia, acabó por emigrar y ser internacional  desde la portería de Nervión. El rendimiento de Yoel está por ver y sólo sus buenas actuaciones la temporada pasada en Vigo le avalan.
En la defensa las diferencias son también notables. Tanto Barragán como Cancelo distan mucho en categoría con Curro Torres. Si bien los laterales actuales llegan con más asiduidad a la línea de fondo para centrar, la inteligencia táctica del actual entrenador del filial valencianista superaba con creces la del actual 2 valencianista.  Sus suplentes, Garrido y Cancelo, tendrán y tuvieron un papel secundario casi residual aunque la participación en competiciones europeas de aquella primera época, empujaba más hacia las rotaciones que al Valencia de Nuno. Si la comparación fuese más remota con la «gacela negra», Jocelyn Anglomá, la distancia sería aún más grande. Aún recuerda Mestalla con una mezcla de orgullo y asombro, sus galopadas por la banda con sus inacabables piernas y su inconfundible cresta mohicana.
En la banda contraria la comparación puede no resultar tan desigualada. La aparición de Gayà y la polivalencia de Orban pueden acercarse a la jerarquía de Carboni y la capacidad ofensiva de Fabio Aurelio. Tanto aquel Carboni como este Orban representan una versión más sobria y el lateral de Pedreguer y el brasileño son laterales con mayor proyección ofensiva y mayor calidad técnica.
En la zona central, también podríamos entonar aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Otamendi representa lo que fue Ayala por su físico, su potencia y su intimidación a los rivales, aunque su capacidad de liderazgo está por ver. Si esta comparación podría verse igualada, todas las demás no soportan ese peso. Tanto Pellegrino, Djukic como Marchena, mejoraban en mucho las prestaciones de Vezo y Mustafi en lo que se refiere al juego aéreo, a la colocación y a la salida de balón. Marchena y Mustafi guardan ciertas similitudes por su juventud y su experiencia acumulada pero el canterano sevillista tenía más carácter y polivalencia.
En el mediocentro es donde quizá sea más grande la diferencia. Aquella pareja Albelda-Baraja es y será mítica e insustituible en el imaginario valencianista. Su compenetración, grado de conocimiento y estado de forma no tienen parangón en el actual Valencia. Javi Fuego trabaja mucho y bien, da equilibrio al juego valencianista pero su ascendencia e influencia sobre la grada blanquinegro dista mucho del que fuera gran capitán del club de la Avda. de Suecia. A su lado, Rubén «el Pipo» Baraja, repartía juego, presionaba, llegaba al área contraria, ordenaba y goleaba. Hoy en día sería calificado como «box to box» dada su capacidad para llegar de una área a la contraria en la misma jugada. La clase de los actuales Parejo y André G. está fuera de toda duda pero el terreno de juego que son capaces de abarcar no se aproxima, ni de cerca, al del antiguo 8 valencianista. En la línea de medias puntas la versión de principios de siglo gana por goleada a los trescuartistas actuales. Hablar de la mejor imagen de Mendieta, Rufete, Kily, Vicente o Pablito «el Cai» Animar y la polivalente aportación del asturiano Angulo, es mucho hablar para los Feghouli, Piatti, De Paul, Carles Gil o Roberto Ibáñez. El desborde de Vicente y su llegada, la garra de Kily y su conexión con la grada, el incansable trabajo de ida y vuelta de Rufete y la majestuosidad de dos cracks como Mendieta o Aimar no es comparable al rendimiento hasta la fecha de los actuales jugadores valencianistas.
Llegamos a la punta de ataque, única línea en la que la actualidad mejora el pasado. Tan sólo la bala de río cuarto, Cláudio «el Piojo» López, y la efímera eficacia goleadora de Miguel Ángel Ferrer «Mista» pueden hacer sombra al Tiburón Negredo, al hispano-brasileño Rodrigo Moreno o al actual ojito derecho de la parroquia ché, Pacogol Alcácer. Los tres son internacionales y acumulan títulos con la selección absoluta y las inferiores así como con sus clubes.
Por último, cabe recordar la aportación de jugadores que, por lo efímero de su paso, quedan en un recuerdo más lejano aunque no menos brillante. Luís Milla, gérmen de lo que fue luego un centro del campo arrasador. Farinós, canterano brillante que nunca lució como hizo en Mestalla en sus primeros años. Adrian Illie, uno de los talentos puros de más calidad que han pasado en las últimas décadas, tan bueno como irregular y propenso a las lesiones. La Cobra pudo ser todavía mejor, pero no lo fue. Ricardo Oliveira, la lámpara de Benítez (cuando él pedía un sofá), delantero veloz y con buena definición que aportó lo suyo mientras estuvo, que fue poco. Jorge López, clase inagotable la del riojano, al que se le echaba en cara su falta de carácter y trabajo. Gonzalo de los Santos, la presión por el precio que costó pudo con él y pasó sin pena ni gloria por aquel valencia. Su caso puede asemejarse al de Zucullini, que lleva paso de volverse a Manchester sin aportar lo que todos esperaban de él.
Y la diferencia más grande, desde mi punto de vista, radica en la paciencia que se tuvo para construir aquel equipo. Su arquitecto, Javier Subirats, fue modelando el equipo desde Claudio Ranieri y el primer título valencianista en casi 20 años, pasando por Cúper y sus siempre poco valoradas finales de la Champions, llegando al punto álgido con Rafa Benítez y el nombramiento del Valencia como mejor club del mundo en 2004 tras ganar Liga, Uefa y Supercopa de Europa. El germen del actual Valencia es una época mediocre con altibajos y sin una idea de club ni de equipo. Rufete, haciendo el papel del añorado Subirats, tiene las ideas muy claras, en cuanto a la Academia y al primer equipo. Veremos si la revolución que ha sufrido la plantilla actual, es suficiente semilla para cosechar éxitos futuros con que alimentar a la ilusionada e incansable afición valencianista.