Había hace algunos años un anuncio de un famoso champú anti-caspa, en el que se preguntaba al protagonista: “¿Qué tienes en la cabeza?” y el aludido respondía “De todo, menos caspa”. Si hiciéramos la misma pregunta a la mayoría de los futbolistas, si fuesen sinceros, responderían “De todo menos FÚTBOL”.
 
Viene esto a cuento de que me piden diserte esta semana sobre cuál es el mejor amigo de los futbolistas y, dado que el tema me parece realmente interesante, he decidido darle un poco la vuelta al tema y hablar sobre aquello que, en general y paradójicamente, no les gusta a los futbolistas: el propio FÚTBOL.
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La mayoría de futbolistas son gente, dicho con todo el respecto del mundo, de orígenes muy humildes que, o bien no quisieron o no tuvieron la posibilidad de estudiar y, como muchos de ellos están muy dotados para esto, eligieron el camino “más fácil” o, no seamos injustos, tal vez, el único que podían. Uno ha tenido compañeros de colegio con condiciones infinitas, aparentemente, para jugar al fútbol de primer nivel pero que, cuando llegó el “momento de la verdad”, de decidir entre el fútbol (con una oferta en firme del filial de uno de los equipos más poderosos de este país) y los estudios se decidieron por lo segundo.
 
A la mayoría de futbolistas, dotados para esto, les gusta “jugar al fútbol”, les gusta hacer virguerías con un balón pero, la gran mayoría, no entienden una sola palabra sobre lo que es el FÚTBOL, el juego como tal y, de hecho, muchos no ven partidos, obviamente, más allá de los que juega su equipo.
 
Obviamente, hay excepciones y, curiosamente, a los jugadores que le gusta el fútbol, suelen ser grandes jugadores. Sin is más lejos, en España, tenemos ejemplos como Xavi Hernández (un placer escucharle hablar de fútbol), Guardiola o Butragueño. También los mediocentros de losmque acostumbramos a decir que “son buenos tácticamente o que tienen una gran inteligencia táctica” suelen ser grandes jugadores porque basan su juego en entenderlo y sacar partido de ello: Xavi Alonso, el Poulsen del Sevilla, Gary Medel o Matic son grandes ejemplos de ello. A estos últimos no los conozco en profundidad pero estoy casi seguro son grandes amantes del fútbol.
 
Y esta falta de afición de los jugadores por el fútbol es extrapolable a todos los ámbitos de la sociedad, incluidas directivas de equipos. Todavía resuenan en mi cabeza las palabras de Joan Gaspart, por aquel entonces, presidente del Barcelona: “A mí no me gusta el fútbol, a mi me gusta el Barcelona. Si el Barcelona marcase todos los días en el minuto 1 y el árbitro pitase el final, yo, encantado.”
 
Y es que, al final, hablando de la sociedad española en general, el FÚTBOL, el juego como tal, nos gusta “a cuatro”. Al resto, sólo le interesa que su equipo gane, la polémica, el árbitro y el Mourinho de turno (y a los jugadores, jugar, claro).
 

 

Y si sólo “a cuatro” nos gusta, imagínense los que saben de ello. De ahí, el título de esta web.