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Llegó hace 18 meses con cierta polémica y cierto desasosiego entre la parroquia valencianista debido a su escaso cartel futbolístico. Venía a suplir a una leyenda del valencianismo que había salido del club más por la puerta de atrás que por la que debía haber salido. Cubrir el hueco dejado por David Albelda Mahíques no sería fácil para nadie pero a este humilde y honrado asturiano se le puso entre ceja y ceja.

Su primer entrenador  como jugador valencianista, Djukic, parecía tener otras preferencias futbolísticas con más capacidad para jugar el balón y hacer funcionar a su equipo pero el trabajo de Javi Fuego, que así se llama nuestro personaje de hoy, le hizo recapacitar hasta rendirse a sus cualidades futbolísticas. Cualidades tácticas que cualquier entrenador desea tener dentro del terreno de juego. Cualidades personales que cualquier compañero quiere tener a su lado. Cualidades de garra y esfuerzo que cualquier afición quiere ver en su equipo. Su enorme sacrificio en el campo con una labor oscura pero eficaz, hizo cambiar al de parecer al técnico serbio que acabó por contar con él antes de ser destituido.

Llega Pizzi y vuelta a empezar de cero para el jugador llegado del Rayo Vallecano. Como buen técnico argentino el «Lagarto» busca un medio centro con más toque y mejor manejo del balón. Pruebas y más pruebas pero acaba confiando en el mediocentro más puro que encuentra en la plantilla, llegándolo a hacer jugar, con éxito, de defensa central ante la falta de rendimiento y las bajas que asolaron la retaguardia valencianista. Al final de la era Pizzi, Javi Fuego era, de nuevo, insustituible.

Pero acaba Pizzi y llega Nuno. Nuevos rumores de salida, de abandonar la nave. Incertidumbre en la pretemporada y con la, posible, llegada de fichajes de relumbrón, el futuro de nuestro honrado asturiano, vuelve a estar en entredicho. Pero la pretemporada pasa, llegan jugadores para su posición, no se habla de él como titular y, pese a todo, el primer día de liga, Javi Fuego es titular escoltando a Parejo y André Gomes. El peón de obra que cubre a los arquitectos. Vuelve a hacerse imprescindible para su entrenador, para un nuevo entrenador que tampoco lo tenía claro con él. La historia se repite y el guión siempre es el mismo. Su trabajo convence a los más escépticos.

No lleva mucho tiempo en el club como Alves o Parejo, pero parece estar aquí desde hace una eternidad. No sintió los colores desde pequeño como Gayá o Alcácer, pero da la impresión de ser un canterano por su implicación y su respeto a la entidad. No es valenciano pero la paella y las fallas están ya en su carta de presentación. Es habitual verle aconsejando a los más jóvenes, animar a los menos habituales, hablar en las charlas grupales y ser muy franco en sus ruedas de prensa. Por todo esto, se ha ganado a pulso ser una referencia en el vestuario y un bastión sobre el tapete verde.

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@vicentsarrion