El director de éxitos de culto como Kill Bill o Pulp Fiction, se retirará tras su décima película, siendo la próxima The Hateful Eight, la octava en la lista. Quentin Tarantino, planea terminar su carrera en lo más alto y asegura: «No creo que deba seguir dirigiendo hasta que la gente se canse y me pida que lo deje». No solo eso, sino que ha asegurado que mostrará algún tipo de ‘conexión’ entre su primera película y la última que ruede. Aunque no todo es desesperación para sus fans, a quienes dejó claro que la puerta no estaría del todo cerrada: «No es una regla que esté escrita en piedra, quien sabe, pero en principio me parece un gran plan para terminar».
La última imagen viva que tengo de Rivaldo fue como suplente en pleno Old Trafford en aquella final de Champions que el AC Milán le ganaría a la Juventus el 28 de Mayo de 2003. Comenzaba a extinguirse el brillo de aquel hombre que había sido balón de oro en 1999 y campeón del mundo de Corea y Japón en 2002; Mogi Mirim, Corinthians, Palmeiras, Deportivo La Coruña, Barcelona, AC Milán, Olimpiakos, A.E.K, Bunyodkor (Uzbekistán), Mogi Mirim, Sao Paulo, Kabuscorp (Angola), Sao Caetano y finalmente, de nuevo al Mogi Mirim. Jugadores de futbol que se resisten al tiempo, que se empeñan en hacer infinita su carrera profesional y cambian el retiro dorado como Dioses por un puñado de dólares, al mejor estilo de Clint Eastwood.
El último en sumarse a este grupo fue Samuel Eto’o, que durante el mercado de Invierno que termino este Lunes anterior firmo con la Sampdoria; el camerunés sumara al conjunto genovés a su ya larga lista de clubes por los que desfilaron sus botas y se rehúsa a entrar en el inventario de los ex. La fascinación por los billetes ha tentado hasta los más grandes: Beckenbauer y Pelé en el Cosmos de Nueva York, Zico en el Kashima Antlers japonés, Del Piero en Delhi Dynamos indio y hasta Ronaldinho en el Querétaro mexicano. El seguir sintiéndose importantes y adorados junto al engorde de sus cuentas bancarias pueden más que la sensatez para decir adiós dignamente.
Existe otra generación de jugadores, una serie de estrellas que renuncian a ser reciclados y prefieren despedirse en la cúspide de sus carreras. Eric Cantona, dejo la actividad a los 31 años cuando era la estrella del Manchester United, el genial delantero francés aseguraba que ya no se divertía y que había perdido la pasión por su profesión. Zinedine Zidane dio el adiós después de ganarlo todo, aún conservaba suficiente calidad como para continuar y renuncio con tan solo 33 años. Landon Donovan, la imagen del fútbol estadounidense en la última década, se despidió en Diciembre del 2014 como campeón, Los Angeles Galaxy logró su quinto título de la MLS y el, de 32 años, sumó así su sexto título y se despidió del fútbol de la mejor manera posible.
Bien seas director de cine o futbolista, aprender a decir adiós es quizás lo más complicado en la carrera de aquellos que se convirtieron en mitos. Hasta qué punto vale la pena deambular por campos sin lustre con más pena que gloria, muy triste descubrir a verdaderas leyendas del fútbol arrastrando el enorme peso de sus apellidos por torneos desconocidos, persiguiendo el dinero y dilapidando prestigio. David Beckham era campeón con el PSG cuando dio el anuncio que se retiraba, acusaba a Messi como culpable de su decisión: «Jugábamos contra el Barsa, Messi me pasó corriendo por al lado y ahí tomé la decisión» decía entre risas. Cuantos Messis necesitan algunas estrellas para decir adiós antes de que se les agote la batería.
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