Nací en los 90´s, una época donde se daba fin a la Guerra Fría y empezada una era tecnológica que unió al mundo a través de las comunicaciones, una época donde el deporte se hizo global, traspasó fronteras y llegó a todos los rincones del planeta, entre ellos el que me llena de pasión y de júbilo: El fútbol.
 
En la fría Bogotá, en Colombia, di mis primeros pasos, guiado por mis padres y un balón de fútbol marca Mikasa (Marca muy popular en esa época por mi país), donde mi padre daba toques sutiles mostrándome la manera de jugar, muchas veces caí al suelo y de la misma forma me levantó animándome a seguir dando pasos, Rafael Acosta, mi mentor, mi guía, me mostraba la manera de jugar fútbol.
 
Dentro de los recuerdos de mi niñez están los primeros partidos que vimos juntos, desde los de la Selección Colombia, liderada por Carlos “El Pibe” Valderrama junto a Faustino Asprilla (Aquel delantero que le marcó tres goles al Barcelona con el Newcastle en Champions League), Freddy Rincón, Adolfo Valencia,  Arnoldo Iguarán, entre otros, quienes se ganaron la atención de muchos al vencer en la Copa América 1987 a la Campeona del Mundo que era la Argentina en ese entonces.
 
La Selección Colombia de 1989 (Foto de www.comutricolor.com)
Junto a esa generación dorada de la Selección Colombia, entraron los partidos del equipo de mis amores, Millonarios Fútbol Club, equipo donde militó Alfredo Di Stéfano, jugador argentino que hizo historia en Colombia y en el viejo continente con el Real Madrid ganando 5 Copas de Europa, ese equipo me enamoró con su historia, su manera de jugar y representar a Colombia por el Mundo, siendo el primer equipo “embajador” de mi país; de la misma manera vimos al “Dream Team” de Cruyff en acción, donde las jugadas de Romario, Laudrup, Guardiola, Stoichkov iluminaban mis ojos, llegando al éxtasis con el gol marcado por Koeman en Wembley, anoración que muchos seguidores blaugranas conservan en su memoria como un gran tesoro.
 
Desde ese momento, supe que el fútbol se iba a convertir en parte importante de mi vida, no nos perdíamos partido alguno, vimos juegos de la Liga Colombiana, de la Copa América, Copa Confederaciones, Champions League, y Mundiales de Fútbol, teniendo el honor de ver las atajadas de Claudio Taffarel, Fabien Barthez, Kahn, los tiros libres de Roberto Carlos, Beckham, Ronaldinho, la genialidad de Zidane y Paolo Maldini, y las cabalgadas de Ronaldo, Kluivert, Raúl y Romario donde su último destino era la red.
 
Con mis amigos organizábamos partidos cada día, cada uno escogiendo a su jugador favorito tratando de imitarlo al máximo, recuerdo que fui un buen delantero y en el momento del gol celebraba como Ronaldo «Fenómeno», hasta me quité todo mi cabello para imitar la calva que el tenía, ¡Era una locura!.
 
Por esas, y muchas más razones el fútbol se volvió parte clave de mi vida, una nueva forma de pasar mis días, un deporte que me da gozo, alegría, tensión, angustia, tristeza y muchas más emociones, y todo se lo debo a mi padre, un exdeportista que ganó varias medallas en diferentes disciplinas en Bogotá, que me dio el gusto de conocer este deporte, que tuvo paciencia para enseñarme a jugar y a levantarme cada vez que caía, a mi padre, mi viejo, le debo mucho en la vida, pero dentro de todo eso me atrevo a decir que la mejor herencia que me dejó fue conocer el fútbol.