La frase que titula este artículo fue pronunciaba por Germán “el Mono” Burgos durante la entrevista que le realizaron minutos antes de un Real Madrid – Atlético de Madrid en el Bernabéu. Habían pasado pocos meses desde la llegada de Diego Simeone como entrenador al Atlético de Madrid, con Germán Burgos como segundo, y todavía persistía en el aficionado del Calderón la psicosis de los 13 0 14 años que se llevaba sin ganar al Real Madrid en partido de Liga.
Esta anécdota refleja muy bien, como ya comenté cuando hablaba de la importancia delos secundarios, el carácter de Germán Burgos, un personaje menos conocido que Diego Simeone por estar menos expuesto a los medios de comunicación pero que me da la impresión de que es tan importante (o más) que “el jefe” en el éxito del Atlético de los últimos años.
Rockero en su tiempo libre (The GARB era su grupo, cuyo nombre respondía a sus inciales, Germán Adrián Ramón Burgos), extravagante portero y peculiar persona, jugó en el Calderón entre 2001 (recordemos, con el Atlético en Segunda) y 2004, cuando colgó los guantes.
Siempre con pantalón largo, medias rojas por encima del pantalón, camisetas de llamativos colores, mangas remangadas hasta el codo, gorra en la cabeza, hiciese el tiempo que hiciese, pelo largo, mechas rubias … muy dado a jugar adelantado lejos de su portería, arquero capaz de blocar balones con el pecho o la cabeza, un maestro en el “mano a mano”, como buen portero argentino, dejó una profunda huella en el Calderón.
Durante su estancia en el Atlético, a principios de 2003, el cáncer, el maldito cáncer; de riñón, en este caso. Y esta enfermedad es la fuente de otra anécdota que ilustra su carácter: nada más ser diagnosticado e informado de que tenía que operarse inmediatamente, contestó: “Doctor, me opero el lunes, que el domingo tengo partido”.
Pocos sospechábamos que, pasados los años, de este rockero y extravagante portero,iba a surgir un técnico notable y un estratega prodigioso. Cuentan los que saben que todas las jugadas de estrategia que tan buenos resultados están dando al Atlético, mal que les pese a algunos, salen de la pizarra de Germán Burgos.
Y el repertorio es (casi) infinito: ya sea en corners, faltas laterales o balones parados más alejados del área. E innova, amplía las opciones buscando sorprender al rival y sacar rédito. Los resultados, a la vista están.
Unido profesionalmente a Diego Simeone desde el verano de 2011, cuando comenzaron a trabajar juntos en el Racing de Avellaneda argentino, Germán Burgos guarda en su cabeza y su laboratorio gran parte del secreto de este Atlético que “mira a la cara” a quien sea. Igualito que en un pasado, desgraciadamente, no tan lejano.