En la portería: Zubizarreta. Espigado portero vasco , bilbaíno para más señas, que jugó en el Valencia CF como colofón a una larga y exitosa carrera en el Athletic y en el Barça donde consiguió lo que en Valencia estuvo cerca de conseguir, títulos. De la sobria escuela vasca, a la estela de los Carmelo, Iribar o el propio Cedrún, Andoni Zubizarreta era un portero que no regalaba grandes paradas, pero encajaba pocos goles. No era espectacular, pero todos los entrenadores lo querían para su equipo.No era mediático, pero siempre hablaba cuando debía y sin decir nada que no debiera. Pese a lo que se dice de los zurdos, su manejo de balón nunca fue su mejor virtud futbolística. Pese a ser alto, su dominio del juego aéreo tampoco fue su especialidad. Supo sacar provecho de sus virtudes y, casi siempre, ocultar sus defectos.

 

Andoni Zubizarreta

 

En defensa:
Mauricio Pellegrino. Alto defensa argentino que jugó en el Valencia de los éxitos a principios de la primera década del milenio actual. Sobrio en la marca, inteligente en el corte y poco dado a arriesgar con el balón en los pies, el «Flaco», siempre supo plasmar en el campo lo que sus entrenadores querían y formó junto a Fabián, el «Ratón», Ayala, una dupla de centrales de muchas garantías. Pese a ser zurdo y haber iniciado como volante su carrera, la salida limpia de balón no era su mejor virtud pero siempre sabía buscar al compañero cercano y no complicarse la vida. En espacios reducidos era difícil de superar y en el juego aéreo residía una de sus principales virtudes defensivas. Tristemente famoso por el penalty fallado en la final de la Champions.

Fabio Aurelio. La antítesis del anterior, su juego era prodigio de técnica, de dominio del balón y de buscar siempre el pase acertado. Como lateral izquierdo típicamente brasileño, hubo de acoplarse a la rigidez táctica europea y aumentar sus cualidades defensivas para poder triunfar en el viejo continente. Rápido en el desdoble y preciso en los centros, ésta virtud le valió para jugar muchos partidos de interior y no de lateral. Su intermitencia y las lesiones le impidieron brillar acorde a todo su potencial. Su gol en Málaga al borde del descanso será históricamente recordado por valer para la consecución de una liga 31 años después.

Ciberche.com

Amedeo Carboni: Llegó y se ganó al público con una expulsión. ¿Raro? pues sí, pero así era Amadeo Carboni. En el partido de su debut, hizo volar a Luis Figo y le expulsaron. El Valencia perdió el partido pero nadie recuerda eso. La impronta que dejó el de Arezzo en Valencia fue más allá del campo de fútbol. Aún hoy día, años después de retirarse en Valencia, sigue siendo asiduo en Mestalla y en Valencia ciudad, donde todavía tiene fijada la residencia. Lateral italiano, agresivo, contundente de raza y carácter indomables, fue el amo y señor de ese lateral desde su llegada hasta su retirada y se granjeó la simpatía y admiración de toda la afición valencianista. Jugó con Ranieri, Cuper, Benítez y Quiqué S. Flores lo que deja bien a las claras su validez futbolística.

Jordi Alba: Habrá quien no crea esto hoy en día pero bien podría haber ocurrido que el actual lateral barcelonista no llegará nunca a ser el jugador que hoy todos conocemos. Pasaba sin pena ni gloria en el Valencia CF, sin llegar a explotar sus cualidades de velocidad, desborde y llegada al área. Una fría noche, con el Valencia acosado por huestes alemanas y diezmado por las bajas en defensa, Emery no tuvo más remedio que colocar al entonces joven extremo valencianista como falso lateral en una defensa de 5. El partido acabó 4-4, si 4-4, han leído bien, y el equipo se clasificó para la siguiente ronda. La presencia de Alba empezó a hacerse habitual y su rendimiento fue increscendo hasta convertirse en el mejor lateral de Europa del momento y ganar la Eurocopa de 2012 con la mejor Roja de la historia.

Jordi Alba

Juan Bernat: Relevo natural del anterior, le suplió cuando aquel marchó al Barça dejando vacante el puesto de lateral izquierdo. El valenciano no se hizo inmediatamente con el sitio ni siquiera con la banda. Fue titular en el primer partido de liga pero desapareció de las alineaciones casi por completo hasta meses más tarde cuando fue repescado de su ostracismo y empezó a hacerse con un hueco, primero de interior y más tarde, afianzándose en el lateral izquierdo. En su segunda temporada  la cosa no empezó mejor aunque sus apariciones eran más frecuentes y habituales en la retaguardia valencianista, alternando con Cissoko y Andrés Guardado. Con la revolución vivida en el mercado invernal de 2014, Bernat recibe toda la confianza del club y acaba la temporada como titular y dueño absoluto del lateral valencianista ya que tanto Cissoko como Guardado salen del club en calidad de cedido. Acaba la temporada deslumbrando y la incertidumbre en el entorno valencianista y una grandísima oferta del Bayern de Guardiola le colocan en Munich a cambio de 14 millones de euros.

Juan Bernat

José Luis Gayà: El tercero de la saga y el más fulgurante en su ascenso de los tres. El de Pedreguer ha tenido una carrera meteórica en el club de sus amores y al que llegó con escasos 12 años. Llegó como delantero goleador pero pronto los técnicos de la escuela valencianista vieron su futuro claro pegado a la línea de cal y así ha ido ascendiendo y quemando etapas a un ritmo vertiginoso. De claridad ofensiva y llegada certera, sus cualidades defensivas superan a las de sus antecesores y su brillante y prometedor futuro empujó a los actuales gestores valencianistas a abrir las puertas a la salida de Bernat. Debutó la temporada 2013-14 con algún minuto residual en partidos de poca importancia pero Rufete vio en él la posibilidad de dar ese empujón definitivo a su idea de Academia GloVal y no se lo pensó dos veces.

Jose Luis Gayà

Moretti: Lateral izquierdo de la escuela italiana. Tosco en sus formas y honrado en todo lo que hacía. Difícil de superar en su 1×1 y con poca capacidad para ofrecer algo a su equipo más allá de la línea del centro del campo. Tuvo un paso efímero por Valencia pero siempre se destacó por su honradez, por su saber estar en el campo y por no generar nunca problemas en el vestuario. Discreto y sin mucho revuelo mediático en su llegada, su salida dejó algún dinero en las, por entonces, maltrechas arcas valencianistas. Actualmente, superada de largo la treintena, ha sido convocado por la selección italiana.

Emiliano Moretti

En el medio campo:

Stefan Schwarz: Medio centro llegado desde Suecia con fama de buen golpeo de balón y llegada al área contraria. Su paso por Valencia fue discreto aunque colaboró con su carácter batallador y peleón a gestar el germén del gran Valencia  que iniciaría Ranieri y culminaría Benítez. Tenía buen desplazamiento de balón en largo y ocupaba mucho terreno en la franja del centro del campo. Su potente disparo se dejó ver con cuentagotas por Mestalla y nunca llegó a convertirse en imprescindible para ningún entrenador. Para la historia quedará  el córner que sacó con el balón flotando en una eliminatoria de la Intertoto.

Stefan Schwarz

Vicente Rodríguez: Veloz, con desborde, llegada al gol, agresivo, valenciano, técnica depurada, lo tenía todo para triunfar y triunfó pero tan efímeramente que todo el mundo lo recuerda más por lo que pudo haber llegado a ser que por lo que fue realmente. Sus temporadas con Benítez fueron sencillamente espectaculares. Recordado es su gol en Sevilla para conseguir la 2º liga con el entrenador madrileño, así como su debut contra el Madrid de Zidane, eclipsando a las estrellas madridistas y robándoles el protragonismo. Ponía los centros con una habilidad innata y tenía una velocidad endiablada para el juego de contraataque, así como un dribling poderoso para el juego estático y de combinación. Su infortunio con las lesiones, comenzado en aquella fatídica tarde de Champions en Alemania, hizo que su estrella se apagara paulatinamente hasta llegar a su final en la First Division inglesa.

 

Xisco Muñoz: Delantero reconvertido a interior que tuvo una participación mayor de la esperada en el Valencia del doblete. Tenía un regate bastante interesante y una buena llegada al gol, adornado con una técnica, como todo zurdo, de bastante clase. Algo individualista en sus ejecuciones, fue perdiendo valor en el Valencia hasta que se marchó sin mucho ruido.

Fabian Cannobio: Se le trajo como sofá y fue una lámpara. Esa fue la comparación
que hizo Rafa Benítez cuando explicó los fichajes que se le trajeron. Cannobio era esa lámpara. Ni mediocentro para crear competencia con Baraja, ni mediapunta para ensombrecer a Pablo Aimar, el uruguayo nunca llegó a cuajar ni a hacerse con un sitio en el plantel valencianista y fue cedido en varias ocasiones hasta que volvió a su país.

Oliveira y Cannobio. Sofá y lámpara para Benítez.

Mario Regueiro: Llegó como interior y precedido de buena fama pero no llegó a triunfar firmemente entre las huestes valencianistas. Acabó sus días retrasando su posición a un lateral largo y tuvo algo más de presencia pero vino como se fue, sin pena ni gloria.

Mario Regueiro

En la delantera:

Luboslav Mladenov Penev: El gol que llegó del frío. Contratado a finales de la década de los 80, marcó una época entre la afición valencianista. El grito de Lubo Lubo!! retumbó durante años en las gradas del viejo coliseo de la Avda de Suecia. Desde sus inicios, su carácter guerrero y su ambición deportiva cautivó a la exigente grada «che». Corpulento, rápido, potente y de fina pierna izquierda, fue el referente de la vanguardia blanquinegra hasta la temporada 95-96 en la que pasó a engrosar las filas colchoneras tras perder «la final del agua», como se conoce a la final de la Copa del Rey de esa temporada. Famosos se hicieron sus enfrentamientos con los árbitros, particularmente Andújar «rabillo del ojo» Oliver, y sus enfrentamientos con todos los centrales rivales. Padeció y superó un cáncer testicular, padeció y superó a Paco Roig como presidente aunque años más tarde aparecería en su candidatura a la presidencia. Todo un mito del valencianismo en una época de vacas flacas donde vino a suplir el vacío que años antes había dejado Marito Kempes. Tal fue su ascendencia en el club, que llegó a ser capitán de la plantilla en su última temporada.

Lubo Penev

Claudio Javier «El Piojo» López: Otro de los grandes mitos del valencianismo. Como Kempes, argentino, zurdo y goleador. Llegó de la mano de su compatriota y cuñado del entonces presidente Paco Roig, Jesús Martínez como una apuesta de futuro. Era internacional con las inferiores de la selección argentina y su velocidad ya despuntaba en el fútbol sudamericano. Con el juego combinativo que intentó implantar su compatriota Valdano, sus primeras actuaciones fueron más que dubitativas y provocaron el típico rumor de la grada valencianista. Precipitado más que veloz, todas sus acciones dejaban un poso de alocadas y descontroladas. Con la salida del técnico argentino y la llegada de Ranieri, se impuso el fútbol de vértigo y las contras a la velocidad del rayo. Farinós y Mendieta se especializaron en robar y lanzar en largo hacia el «Piojo» que sabía ocupar esos espacios como ninguno. Aunque no estuvo más que cuatro temporadas, su aportación al resurgir de un Valencia grande le mantendrá siempre vivo en el recuerdo valencianista. Su mejor momento se vivió en la final de Copa del Rey de Sevilla cuando sus dos goles contra el Atlético de Madrid trajeron esa copa hacia la capital del Turia.

Mario Alberto Kempes: Mito y símbolo del valencianismo a lo largo de generaciones y generaciones. De potencia desmedida y zurda poderosa, sus galopadas amedrentaban a los defensas rivales, empequeñecían a los porteros, encorajinaban a su afición y enmudecían a la rival. Llegó a Valencia con 22 años como un semidesconocido y sus primeros pasos también fueron algo erráticos, incluido un penalty fallado en su debut como valencianista. Era un bolo estival y nadie imaginaba por aquellos días lo que Mario iba a suponer para el valencianismo. No tardaría mucho en embelesar hasta al más escéptico de sus detractores a base de goles y buen juego. Nunca fue un ariete clásico pese a ser un goleador afamado y rindió más y mejor con alguien que le hiciera la faena sucia por delante de él. No sólo en el club de Artes Gráficas fue un mito, sino también para sus compatriotas que lo veneraron tras ganar la Copa Jules Rimet en la competición disputada en su propio país durante la dictadura de Vidella. Sus dos goles en la final de copa contra el Madrid, uno de ellos con la derecha, permanecerán para siempre en la retina de todos los valencianistas. Kempes, vestido de la «senyera» en pleno proceso de transición política, se encumbró al Olimpo de leyenda del valencianismo. Tras un fugaz retorno a Argentina, volvió por impago de su club, pero su rendimiento ya no tuvo nada que ver con lo que había sido antes. El día de su merecido homenaje en 1993, sus tres goles ante el PSV de Romario sirvieron para volver a oír aquello de : ¡¡NO DIGA GOL, DIGA KEMPES!!

Mario Alberto «Matador»Kempes