Lombán y Biraghi, en la pugna por un balón.
Si el Granada, y en concreto su entrenador, tienen un dolor de cabeza más que constante, esa es la confección, más concretamente confección irregular, de la línea defensiva del conjunto rojiblanco. Un problema, que ciertamente no viene de esta temporada, si no que viene de más atrás. El problema puede radicar básicamente en que a lo largo de estas temporadas, no se ha apostado por un bloque compacto y duradero en la defensa. Temporada tras temporada, lo que ha sido valioso en la línea de atrás, ha durado muy poco, como por ejemplo las ventas fugaces de jugadores como Jeison Murillo (Inter de Milán) y Gilherme Siquiera (Benfica), aunque en estos casos, poderoso caballero es Don dinero…

Más allá de eso, a lo largo de estas temporadas, el Granada no se ha concienciado en apostar por la continuidad en una línea tan delicada como es la defensa, y la compenetración entre los jugadores, la cual suele conllevar bastante tiempo. Dentro de ello, la solución menos conveniente, y erróneamente más utilizada, es la de la cesión. Cesiones de jugadores jóvenes con proyección de futuro, futuras promesas que llegan bastante «verdes» al conjunto nazarí para rodarse.

Babin, durante un entrenamiento.
Si se indaga entre estas actuaciones, se puede sacar como resultado una más que comprobable irregularidad defensiva, y sobre todo, una defensa insegura, muy insegura. Tras las numerosas probaturas de Sandoval, parece que la opción, por ahora, más solvente y «segura» para el técnico rojiblanco es la pareja en la zaga de David Lombán y Babin, acompañados en las bandas por la pareja de laterales, Biraghi (izquierda) y Miguel Lopes/Foulquier (derecha). Un verdadero quebradero de cabeza, cuando en juego está nada más y nada menos que la permanencia en la Liga BBVA…




Artículo realizado por David Jesús García Leyva (@DavidGLeyva).