Tras un lustro de gloria, el vivido entre 1999 y 2004, con títulos, celebraciones, premios y viviendo en la cresta de la ola, desde el 2008, una isla en un mar vacio de trofeos o el canto del cisne de aquella promoción, el Valencia CF no ha tenido el gusto de ofrecer a sus aficionados más que la ilusión, truncada por el sevillista M’Bia en el minuto 93, de llegar a una final de la Uefa Europa League.

La continua venta de sus mejores jugadores, la retirada de otros que fueron buque insignia, y la mala gestión de sus dirigentes, llevó al club a una desconexión total con su afición. Una afición que pedía estabilidad cuando la guerra accionarial era el pan nuestro de cada día en este club. Desde su conversión en sociedad anónima siguiendo un criterio bastante arbitrario, el club ha ido variando su cúpula directiva, si bien no tanto sus máximos accionistas que no siempre querían dar la cara pero que sí siempre han figurado en el llamado «entorno» del club. El primer reparto de acciones, auspiciado por un magnífico gestor que hizo renacer al club tras su descenso a la segunda división, Arturo Tuzón, ya estuvo viciado en sus orígenes. De aquellos barros, vienen estos lodos. Fracturas internas, luchas por el poder, intereses económicos, políticos, personales y empresariales han conducido al club de Artes Gráficas a las manos de un magnate singapurense que ha empeñado parte de su inmensa fortuna personal en hacer de un club casi centenario uno de los mejores de Europa. Antes de eso, el club estuvo gestionado por prohombres de la tierra que sólo buscaron su lucro personal, su vanidad individual, empresarios de pro que se dejaron manejar por el político de turno, gestores de tres al cuarto que solo consiguieron dilapidar un tremendo patrimonio futbolístico sin tener la capacidad ni el trabajo suficiente para buscar alternativas a esa desastrosa forma de gestionar y de empobrecer aquello que más valora la afición, el equipo que juega semana tras semana.

A lo largo de todos estos años ha habido penurias, alegrías, periodos fructíferos y no tan fructíferos pero si algo se ha mantenido fijo en la ecuación ha sido la X llamada afición. Una afición fiel, exigente y crítica cuando ha tenido que serla. Una afición fiel incluso cuando ha sido maltratada con precios abusivos, con el descuido de la que es su casa cada 15 días, con el casi abandono de la acción social del club. Con poco que se les ha ofrecido, una pírrica semifinal, un cuarto puesto ocasional y poco más en los últimos años, esa afición ha demostrado estar al lado de su equipo casi incondicionalmente. Es el clavo ardiendo al que se cogen todos los gestores cuando quieren darse un baño de multitudes, una inmersión de popularidad o un lavado de cara. Dejen de utilizar a la afición y estén más atentos a sus inquietudes, necesidades e ilusiones. AMUNT VALENCIA!!!

@vicentsarrion