Cuando Zidane puso rumbo a Madrid desde Turín no se puede negar que no fuera una apuesta arriesgada. Si, era Zidane, uno de los mejores de todos los tiempos, pero que un jugador de 29 años que ya estaba apunto de entrar en la etapa final de su carrera fuese el fichaje mas caro de la historia del fútbol, no parecía una gran inversión a largo plazo. Y probablemente esa no era la intención de la dirección deportiva del Madrid. La temporada en la que el francés llegó al Madrid era la tan señalada temporada del Centenario, y Florentino Pérez soñaba con hacer una temporada totalmente histórica poniéndose como objetivo el lograr un triplete que el Madrid nunca había logrado, siendo Zidane la pieza que le faltaba a un equipo que venía de recuperar el trono liguero la temporada anterior. Y la verdad es que las cosas no empezaron bien para el Madrid. Una victoria en las cinco primeras jornadas hicieron sonar todas las alarmas, pero pronto los de Del Bosque recuperarían el nivel esperado en ellos para iniciar una batalla por la Liga contra Deportivo y Valencia, la cual se acabaría llevando el equipo entrenado por Rafa Benítez.

El partido que vamos a comentar hoy fue el del 5 de enero del 2002. Dos de los candidatos al título se enfrentaban en el Santiago Bernabéu en la última jornada de la primera vuelta en un partido donde el ganador no solo se llevaría el liderato, sino el campeonato de invierno. Como demostraría tan solo dos meses, en el famoso Centenariazo, el Deportivo de la Coruña tenía uno de los mejores equipos de su historia. Fran, Mauro Silva, Valerón, Makkaay,…Estos eran algunos de los nombres del equipo gallego, el cual apenas dos años antes había ganado el título de Liga y que en el 2002 no solo ganó la Copa sino que firmo un meritorio subcampeonato liguero y una gran participación en Champions hasta llegar a los cuartos de final. Sin embargo, esa Noche de Reyes, Dépor iba a enfrentarse a uno de los mejores Real Madrid de esa temporada, o mejor dicho, a la mejor versión de Raúl y Zidane. Este partido cumplio las expectativas de los futboleros desde el principio con un comienzo loco. A los 6 minutos Raúl superó en pillería a Donato y Naybet y se acabó haciendo con un balón en largo de Casillas que nunca debió de coger el delantero español. Raúl levantó la cabeza y con un sutil toque, mandó el balón a una posición y potencia perfectas para que el siempre infravalorado Morientes marcase solo ante Molina.

El choque no había podido empezar peor para los coruñeses, pero sorprendentemente iban a tardar menos de un minuto en reaccionar cuando el árbitro señaló penalti tras un derribo de Pavón a Víctor dentro del área nada mas sacar de centro. Makaay batió a Casillas y el partido parecía empezar de nuevo, pero el mago de Marsella tenía un as en la manga. De nuevo nada mas reanudarse el partido, el equipo que había encajado gol se fue directo a la portería rival con la intención de marcar. Pero si tan inesperado era que vieramos un tercer gol en apenas tres minutos, menos era todavía la genialidad que ibamos a presenciar. Figo le entregó la pelota a Zidane dentro del área y Héctor salió a su cruce dispuesto a frenarle. Zidane amagó con ir a la izquierda para ir al lado contrario y el defensor deportivista se giro como pudo para poder seguir frente a él. Pero en un movimiento digno de Olíver y Benji que al protagonista solo se ocurre tras 7 minutos de monólogo interno, Zidane pisó la pelota para volver a ir por la izquierda y aniquilar un Molina que poco pudo hacer. Mientras todo el Bernabéu sacaba los pañuelos tras la genialidad que habían visto. A partir de aquí el partido se tranquilizo en cuanto a goles, pero no en cuanto a ritmo. El partido era un correcalles constante en donde el Deportivo pudo acabarle faltando un poco de ambición alineando a Makaay como único delantero (dejando en el banquillo a un Diego Tristán en estado de gracia) mientras que el Madrid tenía mas efectivos en ataque.

Finalmente el Madrid, espoleado por su público, acabó haciéndose el amo del partido en el segundo tiempo, el cual remató casi en el ecuador de la reanudación. Raúl, como es habitual en él, con una pizca de calidad, con otra pizca de podríamos llamar suerte, volvió a coger otro balón caído de las nubes con tanta calidad que pilló tan desprevenido a Naybet que este acabó en el suelo mientras veía como el 7 del Madrid también dejaba atrás a Donato a trompicones para acabar definiendo ante Molina y poner el 3-1 final. Aunque muchas crónicas consideraron a Raúl como el hombre del partido tras sus magistrales gol y asistencia, la obra de arte de Zidane quedó para los anales de la historia. El ahora técnico del Madrid vio como el Bernabéu se rindió a él en ese partido ante el Deportivo, la misma situación que vivió hace dos semanas cuando hizo su debut en los banquillos de Primera curiosamente ante el conjunto gallego. Será muy difícil que Zidane tenga en los banquillos una carrera tan próspera como de futbolista, pero de momento, ha empezado con buen pie.