CESPED EUROPEO – Saudade
Campeón en Francia, en Italia, en la Euroliga 1998 y 2001, además de MVP de liga francesa en 5 ocasiones y jugó el All Star europeo en 2 ocasiones. Antoine Rigaudeau, el mejor jugador de la historia de Francia antes de que surgiese Tony Parker, decidió irse a la NBA con 31 años, los Dallas Mavericks le vieron en acción durante 11 partidos, pero su juego quizás demasiado pausado fue muy poco aporte y tras ser traspasado a los Warriors, regresó a Europa sin debutar. Amargo viaje.
“No hay que jugar para ganar sino para que no te olviden” decía El Doctor.  El hombre que fue el máximo goleador del campeonato paulista con el Botafogo y despuésganó dos campeonatos paulistas consecutivos (1982 y 1983) con el Corinthians se dejó tentar por Europa.  A los 30 años, Sócrates aceptó una oferta de la Fiorentina para disputar la Serie A italiana pero el Saudade pudo más que los billetes y solo estuvo allí una temporada, la edición de 1984/85, en la que participó en 25 partidos y anotó 6 goles.  Al año siguiente regresó a Brasil para fichar por el Flamengo de Río de Janeiro, con el que ganó el Campeonato Carioca.  Un retorno prematuro para un talento nato.
La cantidad de jugadores veteranos que compran tiquete de regreso a la tierra que los vio nacer, se hace cada vez mayor y no serán los primeros futbolistas suramericanos que vuelven a jugar a su país en el ocaso de sus carreras. Los torneos de este lado del Atlántico les ofrecen un ritmo de competición más asequible para futbolistas de edad avanzada y la famosa saudade  arrastra de vuelta a nuestro continente a varios de los grandes nombres que durante años brillaron en las principales ligas europeas, llevando a muchos clubes a levantar trofeos en el viejo continente.  Dentro de esta baraja, sorprende ver a una figura como Juan Fernando Quintero, que con tan solo 24 años está de regreso al futbol profesional colombiano; el talentoso volante que sonó para la Real Sociedad, Southampton, Bolonia o Génova, termino dando el giro de vuelta a casa.
Lo de Quintero da tristeza, asombró al mundo vistiendo la camiseta del Pescara, fue adquirido por el Porto como una de las grandes promesas, confirmó su declive luciendo la del Rennes y ahora ha vuelto a Colombia, al Independiente Medellín, con la esperanza de demostrar que aún le queda fútbol en las botas.  El jugador que lo tenía todo para triunfar en el viejo continente perdió el norte y abandono la élite; el volante que fue capaz de hacer goles en el torneo más importante del planeta y al que querían algunos reconocidos clubes de Europa, ha desaparecido en medio de sus aires de reguetonero fracasado y su displicencia en la cancha.  Un talento más que se nos va por el desagüe por esa prepotencia tonta que le ha convertido en una sombra indolente y huidiza.  Tantos otros sueños echados a la basura por un hombre aniñado por los mimos y la deificación desmesurada, porque ese comportamiento cerrara varias puertas a quienes vienen detrás de él.

Albeiro Usuriaga, Leider Preciado, Johnier Montaño o Juan Pablo Pino se marcharon desnudando toda su ilusión, todos sus anhelos, viajaron convencidos de que triunfarían en tierras ajenas pero al final, por uno u otro motivo, regresaron más pronto de lo que pensaron.  El caso Quintero no está lejos de estas historias, es un agrio coctel que va desde la escasa capacidad para adaptarse a un medio distinto al suyo hasta la poca ambición profesional.  Basta ya de morenitos pintureros que solo producen regates de salón en un día inspirado, basta ya de cracks que viven de noche y se mueren de sueño en el día.  Ahora todo es claro, Quintero no leyó nunca la frase de Sócrates.