portero jugador futbol sala

Una  de las esencias que caracteriza de por sí el fútbol sala como un deporte de máxima emoción durante los 40 minutos que dura un encuentro  es sin duda la característica del uso de portero jugador.

 

Este arte de atacar dejando la portería huérfana tiene dos grandes variantes. El más usado y conocido es el sistema de portero jugador realizado como causa de un marcador en contra . En el fútbol sala la entrada del jugador extra con la elástica de diferente color a sus compañeros tiene como objetivo revertir esa adversidad en el electrónico mediante el control de la posesión y un ataque que deriva bien en una jugada predeterminada con movimientos ensayados (véase los sistemas de 1-2-2, 2-1-2 y múltiples variantes) o bien en el rudimentario objetivo de abrir un hueco suficientemente amplio en la defensa para aumentar las posibilidades de acierto de un disparo  a portería.

El otro uso menos vistoso es aquel en que el equipo sin estar en desventaja en el marcador introduce el quinto jugador por su portero simplemente para aliviar el acoso rival. Hablamos de momentos del partido donde nuestro rival pese a estar por debajo en el marcador, disfruta de mayor posesión y oportunidades para vulnerar nuestra portería, la entrada del portero jugador ofrece un jugador libre de marca con el que poder adormecer el empuje rival a cambio siempre de dejar la portería descubierta, una difícil técnica que siendo bien usada  arrebatará la posesión y el dominio del contrario. Esta modalidad  se vió “recortada” puesto que condicionaba negativamente al espectáculo del fútbol sala por garantizar largas posesiones si no era bien atajado, a raíz de ello surgieron las limitaciones para tocar no más de una vez el balón al portero en su propio campo a no ser que termine la jugada o el balón sea tocado por un rival (modificando la ley anterior que daba un toque extra cuando el equipo conseguía rebasar el balón de la línea de medio campo).

portero jugador futbol sala

Los resultados de su uso dependen en alto grado de la coordinación de los jugadores, en la actualidad vemos como equipos de élite, tanto en defensa como en ataque, se mueven al unísono como si de un sistema de relojería suizo se tratase, marcando el compás exacto que permite ese hueco o el pase al segundo palo con el jugador libre de marca. Así el éxito de esta estrategia se puede apreciar en que lo que puede parecer un partido ganado faltando pocos minutos del final, puede convertirse en un visto y no visto de goles que hacen voltear la balanza del electrónico, pero como hemos dicho, conlleva el riesgo de que en caso de que no sea efectivo, puede agrandar la cuenta goleadora del rival.

Esta “marca de la casa” no ha pasado desapercibida en otros deportes el balonmano, donde los equipos en inferioridad numérica introducen un jugador de campo por su portero para así igualar en cantidad de efectivos su ataque con la defensa rival.

En definitiva, el portero jugador en el fútbol sala es una característica que marca y que hace ser este deporte lo que es, único.