Introducción
Como preparador físico, mi objetivo es maximizar el rendimiento atlético de las jugadoras, priorizando su salud deportiva. La lesión del ligamento cruzado anterior (LCA) puede ser grave y llevar a una prolongada inactividad o incluso al abandono del deporte. Este estudio analiza los factores de riesgo asociados a la lesión. Es importante promover conciencia, educación y salud en el deporte femenino para garantizar su crecimiento continuo y el bienestar de las jugadoras.
Desarrollo Las estadísticas muestran una mayor incidencia de rupturas del ligamento cruzado anterior (LCA) en mujeres, con un riesgo de 3 a 6 veces mayor que en hombres. Más del 70% de estas lesiones ocurren sin contacto, y hay un mayor porcentaje durante la competencia que en los entrenamientos. A partir de los 14 años, se observa un desequilibrio creciente hacia las mujeres en términos de lesiones del LCA.
Según el Dr. Jorge Batista, más del 35% de las futbolistas que sufren esta lesión no continúan su carrera deportiva, y el 20% experimenta una segunda ruptura.
Función: El ligamento cruzado anterior (LCA) estabiliza la articulación de la rodilla, previniendo el excesivo desplazamiento de la tibia hacia adelante y la rotación excesiva. Proporciona estabilidad rotacional y anteroposterior, manteniendo la integridad y estabilidad de la rodilla durante la actividad física y los movimientos cotidianos.
Los datos son contundentes y sugieren que la problemática no mejorará por sí sola. Nos enfocaremos en identificar los principales factores de riesgo y buscar formas de intervenir para mitigarlos y reducir el riesgo de lesión.
Factores de riesgo intrínsecos y extrínsecos.
- Dentro de los valores extrínsecos destacamos:
Calzado deportivo: Elección del calzado adecuado, dada la variedad de modelos y la necesidad de un ajuste correcto al pie. Utilizar calzado masculino puede no ser apropiado debido a diferencias anatómicas entre los pies de hombres y mujeres. También es importante considerar la cantidad y forma de los tapones.
Terreno de Juego: Las jugadoras se encuentran con diversas superficies de juego, como césped natural, artificial, blando, duro, corto y largo. Es crucial educarlas sobre cómo adaptarse a estas condiciones y elegir el calzado apropiado. Además, se debe tener en cuenta el clima y la calidad del terreno de juego.
Calendario: La cantidad excesiva de partidos y viajes, junto con el poco descanso, son variables difíciles de modificar. Sin embargo, una planificación cuidadosa que incluya la gestión de cargas, dosificación, descansos y alimentación puede ayudar a reducir la fatiga de las jugadoras y mitigar los riesgos asociados.
- Los factores de riesgo intrínsecos los dividiremos en 3:
- Anatómicos
- Hormonales
- Neuromusculares – Biomecánicos
Los factores anatómicos y hormonales influyen en los riesgos de lesión, pero son difíciles de modificar. En cambio, podemos intervenir en la biomecánica y aspectos neuromusculares para reducir el riesgo de lesiones. Por lo tanto, nos centraremos en explorar estas áreas modificables en detalle.
La rotura del ligamento cruzado anterior (LCA) en mujeres está influenciada por diversos factores ANATOMICOS, como diferencias en la anatomía de la pelvis, ángulo Q, valgo estático y dinámico aumentado (rodillas hacia adentro), hiperpronación del pie (eversión del tobillo), entre otros. Estas variaciones pueden afectar la alineación de la rodilla y aumentar el riesgo de lesiones del LCA. Además, las diferencias en la laxitud ligamentosa entre hombres y mujeres también pueden contribuir a una mayor vulnerabilidad de las mujeres a estas lesiones.
Aunque algunos estudios sugieren una posible relación entre el ciclo menstrual y la rotura del ligamento cruzado anterior (LCA), esta conexión es solo uno de varios factores de riesgo. La lesión del LCA es multifactorial, y la investigación sobre el papel HORMONAL sigue siendo un área importante y en desarrollo. Se destaca que, a diferencia de los hombres cuyos niveles hormonales son constantes, las mujeres experimentan cambios hormonales endógenos durante el ciclo menstrual que pueden afectar
Factores de riesgo NEUROMUSCULARES y BIOMECANICOS, modificables y susceptibles de intervención, son clave para reducir la probabilidad de lesiones. Al mejorar estos aspectos, nuestra intervención puede contribuir a disminuir el riesgo de sufrir una lesión.
FATIGA – PREPARACIÓN FÍSICA
La fatiga muscular es un factor importante en las lesiones del ligamento cruzado anterior, especialmente en el fútbol, donde los esfuerzos intensos se prolongan por períodos extensos. Es esencial considerar la PREPARACION FISICA específica para las jugadoras en este sentido.
Es esencial gestionar las cargas de entrenamiento cuidadosamente, dosificándolas adecuadamente y planificando períodos de recuperación para optimizar el rendimiento.
La estructura corporal femenina difiere de la masculina, requiriendo estímulos específicos por sexo. La fatiga localizada en los cuádriceps y los isquiotibiales puede aumentar el riesgo de lesiones al afectar el control de la extremidad inferior durante los cambios de dirección.
ASIMETRIAS – DESBALANCES MUSCULARES
En este punto, consideraremos la asimetría entre los mismos grupos musculares de pierna opuesta, por ejemplo, isquiotibial derecho vs izquierdo. Aunque es común encontrar diferencias de fuerza entre las piernas, es importante mantenerlas dentro de límites adecuados para prevenir problemas biomecánicos.
Es fundamental planificar adecuadamente para evitar desequilibrios musculares en las jugadoras, y tras una lesión, es primordial compensar asimetrías musculares para prevenir recidivas. El trabajo de fuerza desempeña un papel fundamental tanto en el desarrollo físico como en la prevención de lesiones en las jugadoras. Los avances tecnológicos, como las plataformas de salto, facilitan la detección objetiva de desequilibrios.
DOMINANCIA DEL CUADRICEPS
Existe un desequilibrio en la activación muscular entre el cuádriceps y los isquiotibiales que afecta la misma pierna. Las mujeres tienden a activar más el cuadriceps que los isquiotibiales en acciones de juego. Esto aumenta la fuerza sobre la articulación de la rodilla, generando mayores momentos de flexión y valgo, y potencialmente aumentando el estrés en el LCA. Este desequilibrio afecta no solo la fuerza muscular, sino también la flexibilidad y coordinación de las extremidades inferiores. Además, puede causar una tendencia de frenado del cuádriceps sobre el isquiotibial durante la desaceleración.
BAJO NIVEL DE ACTIVACION DE ISQUIOTIBIALES
Los isquiotibiales tienen una relación de agonismo con el LCA, protegiéndolo contra el desplazamiento anterior de la tibia. La coactivación de los isquiotibiales con el cuádriceps puede reducir el riesgo de lesión del LCA.
Cuando los isquiotibiales no pueden contrarrestar adecuadamente el movimiento anterior de la tibia, aumenta la posibilidad de lesión, ya que deben actuar como estabilizadores dinámicos, soportando la traslación tibial anterior. Mejorar la capacidad de contracción de los isquiotibiales puede reducir el riesgo de lesiones del LCA al desacelerar este movimiento anterior de la tibia.
BAJO NIVEL DE ACTIVACION DE GLUTEOS
Tanto los glúteos como los isquiotibiales son fundamentales en acciones de aterrizaje y desaceleración en el fútbol, relacionadas con LCA. Es trascendental que prevalezca una dominancia de los glúteos sobre los cuádriceps para reducir el riesgo de lesion. Para realizar saltos efectivos, se necesita una extensión completa de la cadera, rodilla y tobillo, lo que puede verse comprometido si los glúteos están debilitados, afectando la calidad de los saltos y la capacidad de desaceleración. La protección del LCA durante aterrizajes o desaceleraciones ocurre cuando las futbolistas coordinan las fuerzas de glúteos e isquiotibiales en el pie de apoyo. La inserción del isquiotibial en la pelvis y la tibia resalta su importancia biomecánica. Al lograr dominancia de la cadena posterior, se genera una fuerte contracción muscular coordinada de glúteos e isquiotibiales, lo que provoca una tracción posterior en la tibia, aliviando la tensión sobre el LCA.
ATERRIAZAJES
En nuestro enfoque técnico, nos enfocamos en mejorar el salto y cabeceo de las jugadoras, pero a menudo pasamos por alto la acción de aterrizaje. Enseñarles desde temprana edad a amortiguar una caída puede ser una herramienta valiosa para su desarrollo deportivo. Aterrizar de manera segura, con la compensación muscular adecuada y movimientos coordinados, es fundamental para mitigar el estrés en las rodillas durante las acciones de juego.
ESTABILIDAD LUMBOPELVICA
La estabilidad lumbo-pélvica es fundamental para prevenir lesiones del ligamento cruzado anterior, ya que una pelvis inestable puede alterar su biomecánica. La fuerza juega un papel clave, ya que una buena estabilidad del tronco facilita la movilidad distal. Es crucial no aislar el trabajo lumbo-pélvico, ya que los músculos involucrados trabajan de manera coordinada con otras estructuras del cuerpo.
PROPIOCEPCIÓN
El entrenamiento del sistema propioceptivo puede inducir mejoras en aspectos como:
- Beneficiar el sistema somato-sensorial. Al mejorar la respuesta del cuerpo a estímulos táctiles, dolorosos, de presión y temperatura, enviando información desde los receptores periféricos al cerebro. Esta información consciente facilita la adaptación del comportamiento de manera adecuada, lo que puede prevenir lesiones en deportes como el fútbol, que demanda precisión y competitividad.
- Mejorar la coordinación neuromuscular. Fortalece la comunicación entre el sistema nervioso central y los músculos estabilizadores de la rodilla, lo que ayuda a controlar los movimientos y prevenir brusquedades que puedan dañar el LCA.
- Aumentar la estabilidad articular. El entrenamiento de la propiocepción fortalece los músculos alrededor de la rodilla, reduciendo la probabilidad de movimientos excesivos que puedan causar lesiones en el LCA.
- Corregir desequilibrios musculares. El entrenamiento de la propiocepción ayuda a identificar y corregir discrepancias entre los músculos alrededor de la rodilla, distribuyendo la carga de manera más uniforme y reduciendo la tensión sobre el LCA.
La propiocepción en el fútbol previene lesiones al mejorar la conciencia corporal y corregir movimientos inestables. Estimula receptores en músculos, articulaciones y tendones, enviando información al cerebro sobre posición y movimiento, mejorando así la coordinación y estabilidad, y reduciendo el riesgo de lesiones.
CONCLUSIÓN
La rotura del ligamento cruzado anterior (LCA) en mujeres futbolistas es un problema significativo a nivel mundial que puede resultar en una prolongada inactividad deportiva y el abandono del deporte. La incidencia de esta lesión es mayor en mujeres que en hombres debido a factores anatómicos, biomecánicos y neuromusculares, incluyendo diferencias en la pelvis, la angulación de la rodilla y los cambios hormonales.
La preparación física es de vital importancia para prevenir lesiones, especialmente debido al aumento en las intensidades de juego. Mantener una condición física óptima es esencial para resistir las cargas de la competencia y reducir el riesgo de lesiones.
Para abordar los factores de riesgo, se deben implementar protocolos que incluyan trabajos neuromusculares, fortalecimiento de la cadena posterior, ejercicios propioceptivos y estabilidad lumbo-pélvica. Los ejercicios neuromusculares mejoran la coordinación, equilibrio y respuesta muscular. El fortalecimiento de la cadena posterior y la estabilidad lumbo-pélvica ayudan a mantener la estabilidad de la pelvis y rodilla, previniendo la tensión excesiva en el ligamento cruzado anterior. El entrenamiento de la propiocepción mejora la conciencia corporal y la capacidad de controlar los movimientos articulares.
Es esencial abordar la prevención de lesiones a través del entrenamiento específico, incluyendo patrones de movimiento como aterrizajes y desaceleraciones.
El trabajo de fuerza es fundamental para prevenir estas lesiones, mejorando la estabilidad articular y corrigiendo desequilibrios musculares.
En resumen, el trabajo de fuerza proporciona una base sólida para prevenir lesiones del LCA al mejorar la estabilidad, biomecánica y control muscular en la rodilla y sus estructuras circundantes.
El desarrollo de estrategias basadas en estos factores es clave para reducir la incidencia de lesiones del LCA y promover la salud y el rendimiento atlético de las mujeres en el deporte.