Si hay algún argumento que suele utilizarse para mezclar el Real Madrid con el régimen franquista ese es, sin duda, su espectacular éxito internacional. Otro suceso manipulado y, ciertamente, convertido en un mito donde priman la ignorancia y el fanatismo. Nadie le regaló aquellas Copas de Europa al Real Madrid. Y mucho menos Franco, que ni pinchaba ni cortaba en el tema. Se ganaron en el campo, como también las ganó el Barcelona.
Antes de la reunión que desembocaría en lo que hoy conocemos como la Champions League, la competición europea de clubes más importante del planeta fútbol, las relaciones entre el Real Madrid y el Barcelona eran más tensas que nunca. El caso Di Stéfano había colaborado a ello y también muchos de sus enfrentamientos sobre el césped que terminaban en auténticas batallas campales.
El tema arbitral es otro de los mitos que suelen sacarse para certificar que el Real Madrid era el equipo del régimen y que salía beneficiado de todos y cada uno de los partidos. Falso, evidentemente. Las ayudas arbitrales (que siguen tan en boca de todos en estos días) es un tema muy delicado y en el que nunca llueve a gusto de todos. Donde uno ve un penalti clamoroso, el otro ve una caricia. En definitiva que si se pita es justo y si no se pita es un robo. La historia de siempre. Como el historial sería interminable, me limitaré a reseñar la famosa anécdota que tuvo como protagonista al árbitro Emilio Guruceta. Si. El partido, obviamente, fue un Real Madrid-Barcelona. El momento: cuartos de final de la Copa de 1970.
Guruceta tuvo la feliz idea de conceder penalti a favor del Real Madrid en una falta fuera del área de Rifé sobre Velázquez. Lío monumental, obviamente. El Barça hizo el amago de retirarse del partido y el encuentro terminó en una batalla campal.
La reacción posterior no se hizo esperar. La campaña mediática de la prensa catalana arremetió duramente contra Guruceta. El presidente del Barça, Agustín Montal, por aquel entonces, no dudó en declarar: «Hace ya demasiado tiempo que el Colegio de Árbitros, la Federación y todos los organismos responsables están permitiendo cosas que no deben suceder en un campo de fútbol«.
No deja de ser curioso como se resolvió la situación. El Comité de Competición sancionó a Eladio, jugador del Barça, con dos partidos, la apertura de expediente a Agustín Montal por sus declaraciones y una multa económica al club por los hechos que habían acontecido en el partido. Hasta ahí nada que objetar. Lo cierto es que, Emilio Guruceta, el árbitro que cometió aquel clamoroso error, fue sancionado 6 meses por «provocar por su deficiente actuación un problema de orden público«, lo cual provocó la dimisión de José Plaza, por aquel entonces presidente del Colegio Nacional de Árbitros.
No deja de ser curioso que los que hablan de infinitas ayudas arbitrales al que llaman «equipo del régimen» olviden este suceso. El FC Barcelona no permitió (por activa y por pasiva) que Emilio Guruceta volviera a arbitrar un partido de los culés. De hecho, el árbitro estuvo 15 años sin volver a pitar al Barça. El colegiado volvió a arbitrar un partido del FC Barcelona en 1985. Un amistoso entre el Barça y el Mallorca.