«Se nos rompió el amor de tanto usarlo», decía la canción de Rocío Jurado. Lo mismo me ha ocurrido a mí con el VAR. Una herramienta implantada en la liga española en la temporada 2018-2019 que veía a impartir mayor justicia en el fútbol.

Fotografía: Grada3
Yo fui de los que se ilusionó con la llegada del VAR. Por fin se acabarían las injusticias y atropellos, principalmente para con los equipos «no grandes». Se hizo especial énfasis desde la RFEF, incluso con infografías antes del comienzo de las retransmisiones televisivas de los partidos, de las situaciones en la que intervendría el VAR: jugadas de gol, decisiones de penaltis, tarjetas rojas directas y confusión de identidad de un jugador. La decisión final siempre correspondería al único árbitro que hay en el partido y que es aquél que se encuentra en el terreno de juego. A mí sólo me quedaba la duda del tiempo en que el partido iba a estar parado mientras se analizaban y sentenciaban las juagadas.
Pues bien, seis temporadas después, me he desenamorado completamente del VAR hasta el punto en que he decidido pedir el divorcio. En mi criterio, el gran problema reside en el exceso afán de protagonismo de los denominados árbitros VAR. Lejos de ayudar al árbitro de campo, se dedican a escrudiñar y retorcer el reglamento al punto de exprimir las jugadas de tal manera que quede claro que ellos también son protagonistas y, paralelamente, a crear un mar de dudas entre los futbolistas y aficionados. A mayor abundamiento, y como suele citar Fermin Astrain (@platerceracom) en sus transmisiones de COPE+ Pamplona, la perversión del sistema hace que las intervenciones del árbitro VAR influyan en la puntuación en el escalafón de un compañero con el que puede estar jugándose un ascenso o descenso o la nominación como árbitro internacional.
La herramienta y la intención son buenas, pero han sido mal utilizadas y derrotadas por el exceso de intervencionismo y de protagonismo. Hoy en día. cualquier persona que haya jugado a fútbol o haya sido un aficionado habitual tiene más dudas en cuanto al reglamento que hace seis temporadas. Antes de la implantación del VAR se era más permisivo con el error del árbitro debido a la rapidez de las acciones o de la colocación en el campo. Hoy en día esa permisividad no debiera tener sentido con una herramienta como el VAR.
El caso es que lo errores siguen siendo los mismos, pero generan mayor enojo debido a que lo que antes teníamos todos clarísimo hoy genera dudas. Es especialmente flagrante el tema de las manos y las líneas de fuera de juego. La herramienta que venía a traer objetividad y justicia ha traído mayor subjetividad e incertidumbre. No me negaran que es frustrante celebrar un gol a medias por si interviene el VAR. Mi conclusión es que no estamos preparados para utilizar el VAR y prefiero volver al sistema anterior y pensar que el árbitro no ha visto o ha interpretado una jugada fugaz de una forma que indignarme por una decisión incomprensible tomada después de haber revisado una jugada con un montón de cámaras. A día de hoy, sólo compensa aplicar herramientas que no tengan intervencionismo humano como la tecnología de gol y el fuera de juego semiautomático (curiosamente ninguna de ellas está implantada a día de hoy en la liga española) porque está claro que no sabemos utilizar el VAR y nos estamos cargando el fútbol.