El mundial de fútbol. Con decir esas palabras, a un buen aficionado de este deporte se le encienden los ojos y el corazón se le acelera. Podemos decir sin lugar a dudas que es la competición oficial más importante con diferencia de este deporte y por ello, que tu país la celebre es sinónimo de orgullo. España ya celebró un mundial en el año 1982, el famoso «Mundial de Naranjito» donde nuestro país se dio a conocer a todo el planeta.

Previamente a dicho mundial , España había intentado ser sede del mismo en dos ocasiones: en la edición inaugural de 1930 donde los miembros de la FIFA se decantaron por Uruguay y en la edición de 1966 en la que acabaron retirándose antes de la votación. El plan original de España era presentar candidaturas tanto en 1974 como en 1982, poniendo en valor el amplio número de estadios, los éxitos deportivos a nivel de clubes, y los apoyos entre varias delegaciones. ​Al final, debido a que Alemania Occidental fue la favorita para celebrar el mundial del año 74, España obtuvo su ansiado premio en la edición del 82.

La Copa Mundial de 1982 es, hasta la fecha, la que más estadios ha utilizado en un solo país: un total de 17 recintos en 14 ciudades. Las ciudades de Madrid, Barcelona y Sevilla acogerían dos estadios cada una, siendo elegidos el Camp Nou para la inauguración y el Santiago Bernabéu para la final. Nuestra selección fue eliminada en una segunda fase que ahora no se destila en los mundiales actuales y la gran final tuvo lugar entre Alemania Occidental e Italia, proclamándose campeona esta última.

Bien, pues han pasado 48 años hasta que por fin, España volverá a celebrar un  Mundial. El año 2030 desde hace unos meses es fecha en rojo para nuestro país, pues volveremos a acoger otro Mundial. Todavía quedan muchos preparativos, aunque cierto es que las sedes ya están en marcha. Sin embargo, no todo es oro lo que reluce y esta candidatura viene con una sorpresa añadida y encubierta. Debido a que se celebran 100 años desde que empezaron los mundiales de fútbol, la FIFA ha tenido la «consideración» de celebrar esta edición entre varios países a la vez, con la idea de que el Mundial se juegue en todos los continentes. Por un lado, se jugarán tres partidos conmemorativos en Sudamérica (Uruguay, Paraguay y Argentina) y posteriormente llegará el ansiado partido inaugural que, por ahora, no se sabe si será en España (con el Santiago Bernabéu a priori como favorito), Portugal o Marruecos. Sin duda será una lucha encarnizada pues el partido inaugural y la final son dos golosinas muy interesantes para dichos países, en primer lugar por la reputación y en segundo lugar por el aspecto económico.

Ahora viene la pregunta. Después del «subidón» que muchos aficionados españoles tuvimos hace meses con la noticia de que nuestro país volverá a albergar un mundial de fútbol, llegó la «sorpresa» de que dicho mundial será compartido con Portugal y Marruecos. ¿Es realmente la mejor decisión? habrá mucha controversia al respecto sin duda, pero claramente muchos españoles querrían a nuestro país como único anfitrión. Detrás de esta triple elección conjunta reposan muchos otros factores que no tienen que ver con el balompié por desgracia. Uno de los factores clave es el tema político, ya que como bien sabemos, España y Marruecos están en conflictos menudos por el tema del Sáhara Occidental (Marruecos desde hace años reclama su autonomía y dicha región pertenecía a España) y por la migración masiva a través de la frontera de Ceuta&Melilla. Dicho conflicto se ha extendido durante los últimos tiempos, hasta que en 2022, el año pasado, el gobierno español se pronunció «a favor» de esa posible autonomía del Sáhara Occidental por parte de Marruecos, con el propósito de volver a entablar conversaciones con el país vecino y limar dichas asperezas. En otras palabras, concederle privilegios con el objetivo de tener a Marruecos de nuestro lado.

La última pregunta es ¿toda esta situación política merece la pena que salpique a un acontecimiento deportivo de la grandeza de un Mundial de futbol? Porque cierto es que la candidatura marroquí se antoja como una nueva «concesión» por parte de España (aunque la FIFA decida al final). Política y deporte nunca han sido buenos amigos, sinceramente cada uno debe desarrollar sus propias funciones pero por separado y cuando se han terminado mezclando no ha salido nada bueno. Parece el gobierno español actual no piensa lo mismo. Lo que está claro es que las «concesiones políticas» que vivimos estos días no vienen solas, sino acompañadas de «concesiones deportivas», por parte del gobierno español. No es oro todo lo que reluce, más bien es un buen puñado de votos y la energía invisible de atracción de ocupar el sillón del gobierno cuatro años más. A ver quién se resiste a eso.