El 15 de abril de 1989, 94 aficionados del Liverpool perdieron la vida por una avalancha en semifinales de FA Cup ante el Nottingham Forest fruto de un protocolo de seguridad desastroso. La cifra se acabó elevando a 97. Durante años, el gobierno de Margaret Thatcher trató de culpar a los aficionados, acusándolos de Hooliganismo (con la complicidad de parte sensacionalista de la prensa) para tratar de salvar los muebles, depurar responsabilidades y no reconocer la culpa policial. El primer error de las autoridades estuvo en el férreo control que se les hizo a los hinchas (solo a los del Liverpool) en plena carretera. Esto provocó que la mayoría de aficionados llegara con mucha demora al estadio y que se impacientara por entrar a Hillsborough.

El segundo error estuvo en la disposición de las gradas. A los hinchas del Nottingham Forest se les asignó Spion Kop, con capacidad para 21.000 espectadores. Los del Liverpool, mucho más numerosos, tuvieron asignada Leppings Lane, apta solo para 14.000 espectadores. Las autoridades sabían que habría muchos más seguidores red, pero decidieron organizar así las gradas porque la entrada a cada una de ellas coincidía con la carretera por la que vendría cada caravana de aficionados y así no tenían que mezclarlos en las inmediaciones.

En aquella época, los estadios no disponían (en su mayoría) de asientos numerados, sino que solo había escalones de hormigón donde los aficionados se iban aglomerando. Así, la capacidad máxima posible era estimada, pero se vendían muchas más entradas de las recomendadas. Con el estadio ya repleto, la realidad es que fuera aún había mucha gente sin entrar. Ya no era una cola, sino que era una masa difusa que se aglomeraba en las puertas del estadio. El agobio era máximo dentro y fuera… Y el comandante de policía tomó una decisión fatal.

Qué pasó en la tragedia de Hillsborough? La avalancha del Liverpool vs Nottingham Forest que conmocionó a Inglaterra y al mundo | DAZN News ES

Se abrieron las puertas del estadio de la zona C y la gente empezó a correr al corazón del estadio. De pronto, los pasillos que daban acceso a las gradas se oscurecieron. La gente comenzó a quedar aglomerada y en uno de los vomitorios se produjo un tapón. Murieron 94 personas. 766 resultaron heridas. El antiguo diseño de las gradas de los estadios, con vallas altas que impedían saltar al verde, ayudó a agravar la tragedia. Los policías que formaban el perímetro del césped, además, hicieron fuerza contra las vallas para impedir que la gente se liberara.

«Llevábamos 6 minutos de partido y no sabíamos qué sucedía. Pensamos que se había derrumbado una valla. Entramos al vestuario y al rato Kenny Dalglish salió a ver qué pasaba, pero alguien le dijo, ‘Kenny, ahí fuera acaba de morir gente’ «, contaba John Aldridge.

Los propios aficionados arrancaron las vallas publicitarias para hacer camillas improvisadas. La ayuda médica tardó en venir. Aficionados que acababan de salvar la vida milagrosamente intentando ayudar a los que hacía unos minutos estaban junto a ellos y ahora no podían respirar.

A las 94 personas que fallecieron en el acto se sumaron dos más unos días después y, años más tarde, se contabilizó la víctima 97, con heridas provocadas en la tragedia. Niños, padres y abuelos. Y, entre ellos, el primo del que luego sería leyenda red: Steven Gerrard.

Durante las primeras semanas, la policía filtró informaciones falsas a la prensa. Decían que la culpa había sido de aficionados radicales borrachos que habían cometido una locura. Vandalismo en su máximo esplendor. Se modificaron y ocultaron pruebas para dirigir el relato. Las publicaciones de los medios hacían referencia a hooligans pegándose con los policías y otros robando las pertenencias de los fallecidos, a la vez que orinaban en sus cuerpos inertes. Todo acabaría, años después, confirmándose como totalmente inventado y falso.

a investigación inicial no duró ni un año. Thatcher se salió con la suya y los aficionados del Liverpool fueron acusados de su propia muerte. Eran vándalos y Hooligans que se habían asesinado ellos mismos. Pero las familias de las víctimas nunca lo aceptaron y se unieron… Durante dos décadas se movilizaron, crearon fundaciones y un movimiento llamado ‘Justice for de 96’ para buscar la verdad. Invirtieron tiempo, dinero y su vida prácticamente para limpiar el nombre de quienes allí habían muerto. Y lo consiguieron poco a poco. Porque el primer paso fue considerar aquello como muertes accidentales. Al menos no eran culpables, pero eso no se ajustó a la realidad. Casi 25 años después, el caso fue reabierto y la justicia determinó que todo se debió a un protocolo de seguridad erróneo.

La tragedia que cambió el fútbol y obligó a modificar los estadios tal y como los conocemos hoy. La tragedia de esas personas a las que, con Heysel en la memoria, el gobierno inglés convirtió durante años en violentos vándalos para no asumir su culpa.
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