Muchos
flipamos en las primeras jornadas de Liga con Isco. Por su juego delicado entre
líneas, porque al vender a Özil heredó galones de titular y porque marcó un
buen puñado de goles. Sin embargo de la noche a la mañana desapareció de las
alineaciones hasta el punto de caer en el ostracismo. Ahora, Ancelotti le
ofrece lisonjas y busca recuperar al malagueño. Le compara con Seedorf y le
pide que pula un par de cosas para que vuelva a ser importante en esta recta
final de campaña.
Esta
reflexión me sirve para explicar una de las cualidades que en mi opinión son
fundamentales para triunfar en este Real Madrid y que tal vez le falte a Isco:
el cambio de ritmo. Viendo los partidos del conjunto merengue, los jugadores
que sobresalen son los que sobresalen en ese reprís meteórico. Hablo de CR7,
por supuesto Bale, Di María, Jesé en su momento y Modric, el auténtico
paradigma de esta faceta del juego.
El
juego del Madrid es ultravertical y para romper se usa habitualmente la
velocidad. Bale y Cristiano son muy similares. La jugada santo y seño de ambos
es correr, desbordar en velocidad, diagonal y disparo (en el caso del luso);
desbordar en velocidad y poner el centro o disparar (en el caso del galés). En
ellos el cambio de ritmo es crucial.
Bajando
a la línea de creación encontramos normalmente a tres jugadores: Xabi, Di María
y Modric. El tolosarra no necesita ese relámpago fugaz, él es súperinteligente,
ha adaptado su juego a sus nuevas parejas de baile. Se mete entre los
centrales, saca el balón jugado pero delega más que nunca. Ahora son Di María y
Modric los que, precisamente con su cambio de ritmo, rompen la primera línea de
presión y van subiendo el balón ganando metros. Por otro lado, Di María ha
reconvertido su posición a mediocentro. Su sacrificio físico se nota más en la
medular que jugando de extremo y su desborde ahora es un salvoconducto a la
hora de elaborar juego.
Aunque
sin duda el jugador que mejor ejemplifica la importancia de esa ganancia que se
obtiene con unos primeros metros explosivos es Modric. Si a ello unimos su
excelsa calidad, cuando el balón pasa por los pies del croata la jugada ya va
limpia para que decidan los de arriba. El año pasado ya terminó a un nivel
estratosférico pero esta campaña ha aumentado aún más sus prestaciones. Es sin
lugar a dudas la revelación de los blancos.
Creo
en Isco, en sus cualidades, pero tal vez le falte ese cambio de ritmo en los
metros iniciales para poder abrirse hueco como titular en el Madrid. Yo si
fuera el malagueño me acercaría a Modric en los entrenos para aprender esos
movimientos. Porque si algún día consigue añadir esa virtud a su talento,
visión de juego, disparo y capacidad de conducción, los madridistas y La Roja
tendremos a un mediapunta a la altura del mismísimo Iniesta.