El fútbol está lleno de sucesos tragicos. Golpes del destino que cambian para siempre el rumbo de la historia. El 6 de febrero de 1958 seguira grabado a fuego en el devenir de un club como el Manchester United ¿Que hubiera pasado si James Thain no se hubiese empeñado en hacer despegar el vuelo 817?

 

We love them.
We mourn for them.
Unlucky boys of Red.
«Munich Air Disaster 1958«, Morrissey.

 

A  pesar de las reticencias de la Federación Inglesa, Matt Busby no se dejó amedrentar. Sus chicos estarían (otra vez) en la recién creada Copa De Europa para mayor gloria del Mancheter United. La FA lo tenía claro. Los red devils podrían viajar a cualquier parte del mundo, a la Luna si querían, pero la competición inglesa no esperaría por ellos. Busby también lo tenía claro. Jugarían contra el Estrella Roja y estarían en Inglaterra para enfrentarse a los Wolves en liga sin ningún contratiempo.
 
Matt Busby había tomado las riendas del Manchester United en 1945, tras la Segunda Guerra Mundial. Busby, que había jugado en el City en la década de los 30, tenía un ambicioso proyecto en mente que no se haría realidad hasta 1956, cuando los red devils levantaban la liga con una media de edad de 22 años.
Su equipo, en el que despuntaba un joven llamado Duncan Edwards, repetiría título en 1957, aunque caería en la final de la FA contra el Aston Villa y en las semifinales de la Copa de Europa frente al Real Madrid por un 5-3 en el global. Daba igual. El crecimiento que había experimentado aquel jovencísimo equipo auguraba una etapa de dominación absoluta de los red devils.
Junto a su asistente, Jimmy Murphy, Busby estaba conformando un equipo de leyenda. Sus hazañas ya habían recorrido toda Inglaterra, se habían hecho notar en Europa y su apodo, acuñado en 1951 por el periodista del Manchester Evening News, Frank Nicklin, ya producía pavor al escucharlo. Bill Foulkes, Albert Scanlon, Wilf McGuinness (más tarde entenador del United), Dennis Viollet, Harry Gregg, Eddie Colman, Duncan Edwards, Geoff Bent, Tommy Taylor, Mark Jones, Roger Byrne, Billy Whelan, Jackie Blanchfower, Kenny Morgans, John Doherty, Colin Webster y un jovencísimo Bobby Charlton estaban totalmente preparados para hacer historia. Eran los Busby Babes
 
 
 
El 5 de febrero de 1958 el Manchester United se medía al Estrella Roja de Belgrado, uno de los equipos más potentes del momento, en la vuelta de los cuartos de final de la Copa de Europa. En Inglaterra los red devils vencían por 2-1. El 3-3 final al que se llegó en Belgrado (con dos goles de Charlton y otro de Viollet) metía a los Busby Babes en la semifinal, donde esperaba el Milan.
 
El 6 de febrero, el equipo se preparaba para poner rumbo a Manchester. No podían entretenerse. Había una competición liguera por la que pelear. El vuelo tuvo que retrasarse una hora. Johnny Barry había perdido el pasaporte. Tras aclarar el despiste, el capitán James Thain a los mandos del Airspeed Ambassador puso rumbo a Munich, donde se haría una parada para reponer combustible.
Los muchachos estaban visiblemente agotados y debían descansar. Afuera, el temporal se recrudecía y desde la torre de control se hablaba con James Thain. El despegue no iba a ser fácil. 
Algunos aún tenían fuerzas para seguir bromeando, otros comenzaban a impacientarse. Taylor y Pegg no aguantaban más y cambiaban sus asientos con los de Charlton y Viollet para irse al fondo a dormir.
 
James Thain intentó dos despegues. Las ruedas del avión patinaban y desde la torre de control ya le habían advertido: era mejor posponer la partida. Aún así Thain lo intentó una tercera vez. A las 3:04 de la tarde, el capitán se empeñó en hacer despegar el avión una cuarta vez. El aparato logró elevarse apenas unos metros y cayó a tierra, sobre una casa deshabitada, a unos trescientos metros del aeropuerto.
 
Harry Gregg salió despedido unos treinta metros cuando el avión se partió por la mitad. Visiblemente herido logró sacar a Busby, Charlton, Viollet y a dos pasajeras. La imagen del siniestro era desoladora.
Aquel 6 de febrero de 1958 perdieron la vida Tom Curry (el asistente que habia acudido al partido sustituyendo a Jimmy Murphy), Liam Whelan, Mark Jones, David Pegg, Tommy Taylor, Geoff Bent, Roger Byrne y Eddie Colman. Quince días después, el 21 de febrero, fallecía por las secuelas del accidente una de las grandes promesas del fútbol inglés, Duncan Edwards. 
 
Un equipo de leyenda tocaba a su fin de la forma más trágica. La noticia golpeó al mundo entero y el Manchester United estuvo a punto de desaparecer. Matt Busby, que ya había visto pasar al cura por su habitación del hospital un par de veces para darle la extremaución, logró levantar a un equipo mermado por la tragedia para que siguiera vivo. Logró recomponer la nómina del Manchester para seguir en pie.
Johnny Berry y Jackie Blanchflower no volvieron a pisar un campo de fútbol. Ray Wood, Scanlon o Morgans no volvieron al Manchester y continuaron sus carreras en equipos de menor importancia. 
Tan solo Gregg, Viollet, Foulkes y Charlton permanecieron ligados al equipo, aunque nada sería como antes. El Manchester United no volvería a saborear la gloria hasta mediados los años 60 con Charlton, Law y George Best en sus filas. Una de las grandes generaciones de la historia del Manchester United que alcanzó la gloria prematuramente también desapareció demasiado pronto. 
 
«Me siento culpable de haber salido con vida. El accidente aéreo de Múnich está siempre ahí, es algo que no se puede dejar de tener en cuenta. Es un equipaje con el que hay que cargar todo el tiempo y que no se puede abandonar».
Bobby Charlton.