A algunos les gusta iniciar sus artículos, si son centrados en un jugador, como es el caso, narrando un pequeño sumario sobre su vida. A mí me parece que, o bien el sumario cuenta con dos líneas, o mejor se suprime, porque a nadie le importa dónde Sergio Busquets besó a su primer amor o cuál era su salsa favorita para la carne mechada. Sin embargo, quiero terminar esta entrada dando las gracias a uno de mis ídolos en este maravilloso mundo llamado fútbol, que tuvo la fructífera osadía de darle a nuestro protagonista de hoy, la potestad de equilibrar al que algunos consideran atrevidamente como el mejor equipo que jamás pisó un campo de fútbol. Busi tenía 20 primaveras entonces. Está un poco loco, pero no por ello desmerece mis alabanzas; gracias Guardiola.

Vicente del Bosque sonreiría al leer mi artículo, puesto no fui yo sino él quien dijo que le gustaría haber sido como Busquets y, dicho sea de paso, yo me sumo a tan acertada declaración. Contando con el beneplácito de don Vicente, intentaré definir a este espécimen. Intentar, sí, porque sólo el propio Busi sabría definirse a sí mismo.

Hay una duda que me corroe desde hace tiempo: ¿los jugadores piensan o intuyen? He llegado a la siguiente conclusión: los delanteros intuyen y los mediocampistas piensan. Los defensas hacen una mezcla y los porteros definitivamente intuyen. Busquets me ayudó a tomar esta decisión. Es un futbolista que piensa, y tela. Hay pocos jugadores que piloten el fútbol como lo hace Sergio, de verdad, muy pocos, y de esto se da cuenta muy poca gente porque no es un jugador vistoso, que es lo que ansía la grada. Resulta, pues, una pena que no todos disfrutemos de la cara B de Busi, porque la faceta defensiva del de Badía la conoce todo el mundo. Sabido es que la prensa catalana lleva asustada, debajo de la sábana, varios años con la sóla idea de la ausencia de Xavi en los tiempos venideros, pero yo lo tengo bastante claro: Busquets es el nuevo Xavi.

Busquets  es timón y ancla, es vela y mastil; grumete y capitán

Procedo a explicar esto último, que a más de uno le habrá entrado un ataque de risa; ignorantes. Busquets domina los tiempos del juego con una simpleza tan maravillosa como sospechosa; no es posible sacarte el doctorado de fútbol con un juego tan aparentemente sencillo. La palabra «aparente» cobra bastante relevancia, como comprenderán. El centrocampista catalán es un pivote defensivo en el esquema que los periodistas reciben media hora antes de cada partido con las alineaciones, porque en la práctica Busi es pivote, volante, interior y mediapunta; destructor, organizador y mediador. Es timón y ancla, es vela y mástil; es grumete y capitán.

Se habla de Busquets como trabajador, seguro, cerrojo, pulpo… pero, ¿que hay de su técnica? Más de uno habrá visto los recursos técnicos a los que Sergio echa mano cuando es presionado, y no se adorna, ojo, mete el taconcito, la croqueta o el quiebro de turno con insultante seguridad (y eficacia) y deja a cada quien boquiabierto. Claro, un tío de metro noventa que juega de «pivote» y me saca esto… aquí hay algo raro. Lo que hay es un futbolista que sabe cuál es la opción que más optimiza la proyección del juego, que sabe cuál es la posición en la que debe situarse en cada minuto del partido y que sabe qué cómo debe jugar el equipo en cada situación; les suena de algo, ¿no?. Tranquilos, hay Xavi para rato.

Cierro mi intervención semanal aquí mentando de nuevo a Pep Guardiola, pues de no ser por él yo no estaría escribiendo estas líneas mientras escucho el tercer álbum de estudio de Angels & Airwaves. Lo que espero que haya quedado claro es que Sergio es mucho mejor futbolista de lo que indica su cartel popular, y el chaval tiene 25 años, nos quedan 10 más para darnos cuenta de ello.